Bienvenida
«Así como el creer con simplicidad y sin motivo es propio de la ligereza, así el andar investigando y examinando con exceso es propio de una cabeza muy dura. Y de esto se acusa a Tomás. Pues como los apóstoles le dijeran: Hemos visto al Señor, él no les creyó. No únicamente a ellos no les dio fe, sino que pensó ser la resurrección de los muertos cosa imposible. Porque no dijo: Yo no les creo, sino: Si no meto mi mano no creo.
«Si Adán murió por causa del pecado, era necesario que Aquel que quita el pecado asumiera la muerte. Está escrito sobre Adán: “El día en comas, morirás”, pero no murió el día en que comió; sino que, como que fianza de su muerte, fue despojado de su gloria, expulsado del paraíso y atormentado por la idea de la muerte.
«Cuando la turba de los judíos oyó que Jesús marchaba hacia Jerusalén, se dirigió a su encuentro con ramos de olivo gritando: ¡Hosanna! Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel (Jn 12,13). También nosotros saludamos a Cristo con las mismas palabras. Ofrezcámosle nuestros cantos de alabanza, a manera de palmas, antes de su pasión. Aclamémosle, no con ramos de olivos, sino honrándonos mutuamente en la caridad.
Capítulo 17. Sobre el designio inescrutable de Dios
La salvación de Dios
Capítulo 15. Sobre la gracia de las múltiples vocaciones
El ejemplo de las llamadas de Dios
Capítulo 13. Que los esfuerzos humanos no pueden compensar la gracia de Dios
La gracia y el libre arbitrio
Capítulo 10. Sobre la debilidad del libre arbitrio
Grandeza y debilidad del libre arbitrio
Capítulo 7. Sobre el propósito supremo de Dios y su providencia cotidiana
Dios quiere nuestra salvación
Capítulo 4[1]. Objeción: ¿cómo se puede decir que los gentiles poseían la castidad sin la gracia de Dios?