Inicio » Content » JUAN CASIANO: “CONFERENCIAS” (Conferencia XIV, capítulos 17-19)

Capítulo 17. A quién debe revelarse el método de la perfección

 

Evitar la vanagloria cuando llega el momento de enseñar

17.1. Ten cuidado, no sea que, seducido por el amor de la vanagloria, digas al azar, a personas impuras, estas cosas que has aprendido no tanto de la lectura como de la fatigosa experiencia, una vez que una edad más madura te haya conducido a enseñar. Porque atraerás sobre ti lo que el sapientísimo Salomón prohibió: “No acerques a un malvado a los pastos de los justos, y no te dejes seducir por un estómago lleno” (Pr 24,15 LXX). Pues “las delicias no convienen a un necio, ni es necesaria la sabiduría donde falta la inteligencia” (Pr 19,10 LXX; 18,2 LXX).

 

Discernir a quiénes podemos introducir en los misterios espirituales

17.2. “En efecto, [el recalcitrante] es mayormente guiado por la necedad, pues un siervo rudo no será corregido con palabras; porque incluso si entiende, no obedecerá” (cf. Pr 29,19 LXX). Y: “No digas nada en los oídos del insensato, para que quizás no se burle de tus sabios discursos” (Pr 23,9). Y: “No entreguen las cosas santas a los perros, ni desperdicien sus perlas con los cerdos, no sea que las pisen con sus patas y se vuelvan contra ustedes para destrozarlos” (Mt 7,6). Por tanto, es necesario que ocultes los misterios de significado espiritual a estas personas, para que puedas cantar con propiedad: “En mi corazón he escondido tus palabras, para no pecar contra ti” (Sal 118 [119],11).

 

La embriaguez de la Palabra que salva

17.3. Y quizás dirá: ¿y a quién deben dispensarse los sacramentos de las Escrituras divinas? El mismo sabio Salomón te enseña: “Da, dice, de beber bebidas embriagantes[1] a aquellos que están en la tristeza, y vino a los que sufren dolores, para que se olviden de la pobreza y no recuerden más sus penas” (Pr 31,6-7 LXX); es decir, la alegría del conocimiento espiritual es como un vino que alegra el corazón del hombre (cf. Sal 103 [104],15); y a aquellos que por la penitencia de los hechos pasados se deprimen con tristeza y aflicción, derrámalo abundantemente sobre ellos, y embriágalos con la Palabra que salva, para que no sean absorbidos por una tristeza abundante y una desesperación mortal en un mar de aflicción (cf. 2 Co 2,7).

 

No debemos buscar nuestro propio bienestar

17.4. Pero sobre los que se han asentado en la tibieza y en la negligencia, y en modo alguno están afligidos por algún dolor de su corazón, así se dice: “Quien está en la dulzura y sin dolor, pasará necesidad” (Pr 14,23 LXX). Ten, entonces, mucho cuidado para no distraerte con el amor de la vanagloria, no sea que no puedas tener parte alguna con aquel a quien alaba el profeta, “porque no ha prestado su dinero con usura” (Sal 14 [15],5).

 

No esperar recompensas temporales y pasajeras

17.5. Porque ciertamente quien dispensa las palabras de Dios -sobre las cuales se dice: “Las palabras del Señor son palabras puras, como plata examinada por el fuego, probada en la tierra y purificada siete veces” (Sal 11 [12],7)-, por amor a la alabanza humana, da su dinero en usura, y por ello no solo no merecerá ninguna alabanza, sino que incluso se hará merecedor de castigos. Puesto que prefirió contaminar el dinero del Señor para obtener con él la recompensa temporal, en lugar de que el Señor, como está escrito, viniese y recibiere lo que es suyo con interés (cf. Mt 25,27)».

 

Capítulo 18. Sobre para quienes es infructuosa la enseñanza espiritual

 

Abrir todo nuestro ser a la enseñanza espiritual que se nos ofrece

18. «Por dos causas se sabe que la enseñanza de las realidades espirituales resulta ineficaz. Porque o aquel que enseña, recomendado cosas de las que no tiene experiencia intenta instruir a quien con lo escucha con el sonido vacío de palabras, o ciertamente el oyente, lleno de maldad, de vicios y con el corazón endurecido, no recibe la salutífera y santa doctrina espiritual del hombre espiritual porque tiene con el corazón endurecido, ¿sobre quienes dice el profeta: “He enceguecido el corazón de este pueblo, y sus oídos son duros para oír; y han cerrado sus ojos, para que un día no vean con sus ojos, ni oigan con sus oídos, ni entiendan con su corazón, y se conviertan, y yo los sane” (Is 6,10 LXX)».

 

Capítulo 19. Que con frecuencia incluso los indignos reciben la gracia de una palabra salvífica

 

Conclusión de la conferencia

19. «Sin embargo, la misericordiosa liberalidad de nuestro Dios, “que desea que todos los hombres sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad”, se concede abundantemente, para que, si alguien no se ha mostrado digno de la predicación evangélica con una vida irreprochable, obtenga la gracia de la enseñanza espiritual para la salvación de muchos. Y respecto a los modos en que también se conceden los dones de sanaciones para expulsar a los demonios por parte del Señor, es conveniente que abordemos una discusión similar. Pero como nos estamos levantando para la refección, reservaremos esto para la noche, porque siempre se concibe con mayor eficacia en el corazón aquello que se revela gradualmente y sin un trabajo excesivo del cuerpo».


[1] Lit.: embriaguez (ebriatatem).