Inicio » Node » Cuadernos Monásticos Nº 113

Editorial

San Pedro y San Pablo (Deesis)

Escuela de Moscú. Siglo XVII

“Pongamos ante nuestros ojos a los santos Apóstoles. A Pedro, quien, por inicua emulación, hubo de soportar no uno ni dos, sino muchos trabajos. Y después de dar así su testimonio, marchó al lugar de la gloria que le era debido. Por la envidia y la rivalidad mostró Pablo el galardón de la paciencia. Por seis veces fue cargado de cadenas; fue desterrado, apedreado; hecho heraldo de Cristo en Oriente y Occidente, alcanzó la noble fama de su fe; y después de haber enseñado a todo el mundo la justicia y de haber llegado hasta el límite del Occidente y dado su testimonio ante los príncipes, salió así de este mundo y marchó al lugar santo, dejándonos el más alto dechado de paciencia” (Clemente de Roma [+hacia el 100], Carta primera a los Corintios V,3-7; texto y traducción en D. Ruiz Bueno, Padres Apostólicos, Madrid 1950, p. 182 [BAC 65]).

 

EDITORIAL

El segundo número de Cuadernos Monásticos de 1995, quiere regalar a sus lectores un “abordaje monástico” de cinco temas importantes para la mujer y el hombre latinoamericanos de nuestro tiempo. Ellos son: la inserción en la cultura, la devoción mariana, la educación “personalizada”, el abandono de Dios y la tentación.

Dos notables conferencias que pude escuchar en el EMLA de San Pablo, Brasil (1994), tratan la delicada y ardua cuestión de la inserción en medios culturales particularmente difíciles, marginados, de nuestro continente. Lo hacen desde un compromiso sincero con la vocación monástica. Creo que ambas relaciones abren “nuevos” horizontes, ponen a nuestra disposición riquezas humanas y espirituales hasta ahora poco exploradas.

Un monje europeo pone de relieve esa relación, del todo especial, entre la devoción del rosario, la devoción mariana, y los monjes, el monacato. Un artículo que responde a muchas preguntas, que a menudo nos formulan nuestros hermanos respecto del modo en que monjas y monjes vivimos la piedad mariana.

La Regla de san Benito mantiene una actualidad, una vigencia, que asombra, ofreciéndonos algunas sorpresas estupendas. La Hna. Sarsotti “destapa” una de esas sorpresas: la posibilidad de ofrecer a cada monje, a cada monja, una educación adaptada a sus necesidades personales. Algo que no es ciertamente muy fácil de realizar en la práctica, un desafío para nuestras comunidades.

El casi desconocido abad Ammonas (segunda mitad del siglo IV), en sus cartas nos habla de un tema que puede calificarse de “espinoso”: el abandono de Dios. Él “ha legado a la tradición una doctrina espiritual que intenta señalar uno de los fenómenos más particulares y propios de la vida de los que buscan seguir a Cristo: la experiencia de la presencia y de la ausencia de Dios. Esta doctrina tuvo un gran desarrollo entre de los Padres y autores espirituales de Oriente. Por distintos motivos la tradición Occidental relegó este tema a un segundo plano, dejando así sin explicación uno de los aspectos más importantes del misterio de la Cruz. Fueron los grandes místicos y espirituales los que, por propia experiencia, pusieron nuevamente este tema en el centro de la vida espiritual cristiana, gracias a las obras de San Juan de la Cruz y Teresa de Ávila con la expresión «noche del alma»”. En nuestro tiempo ha sido el recordado Hans Urs von Balthasar quien ha señalado “que Ammonas fue tal vez el primero en señalar el misterio del abandono como el eje central de la experiencia cristiana tal como se desprende directamente del evangelio, y más concretamente del relato de la Pasión”.

No menos importante es el tratamiento que este abba dedica al delicado tema de la tentación: “Yo les escribo -dice Ammonas-, mis amadísimos, para que se fortalezcan y aprendan que las tentaciones no causan daño a los fieles sino aprovechamiento y que, sin la venida de las tentaciones al alma, ella no puede subir a la morada de su Creador” (Carta IX,7).

La tentación es, pues, un signo de progreso:

“El Espíritu sopla donde quiere (Jn 3,8). Sopla sobre las almas puras y rectas, y si ellas le obedecen, les da, al comienzo, el temor y el fervor. Cuando ha sembrado esto en ellas, les hace odiar todas las cosas de este mundo, ya sea el oro, la plata, los adornos; ya sea padre, madre, esposa o hijo. Y le hace dulce al hombre la obra de Dios, más que la miel y que el panal de miel (Sal 18,10), ya sea que se trate del trabajo del ayuno, de las vigilias, de la soledad o de la limosna. Todo lo que es de Dios le parece dulce, y Él le enseña todo (Jn 14,26).

Cuando Él le ha enseñado todo, entonces le concede al hombre ser tentado. A partir de ese momento, todo lo que antes era dulce para él, se le hace pesado. Por eso muchos, cuando son tentados, permanecen en el abatimiento y se hacen carnales. Son aquellos de los que dice el Apóstol: Ustedes comenzaron por el espíritu y ahora terminan por la carne; sufrieron todo aquello en vano (Ga 3,3-4).

Si el hombre resiste a Satanás en la primera tentación, y lo vence, Dios le otorga un fervor estable, tranquilo y sin turbación. Porque el primer fervor es agitado e inestable, mientras que el segundo fervor es mejor” (Carta X,1-3).

SUMARIO

Editorial

Vida monástica y laicos de cultura popular

Siguiendo el esquema “ver, juzgar, actuar”, la conferencia invita a una acción que consista más en “actitudes” que en “actividades”; y de aquellas destaca dos: la compasión y la estabilidad.

Artículo

Algunas notas y reflexiones sobre la vida monástica y las culturas indígena y afroamericana

Indígenas y afroamericanos son capaces de vivir como monjas y monjes, pero para ello es necesario efectuar un adecuado trabajo de inculturación, en el cual debe aparecer con claridad que se tiene confianza en las capacidades de esos pueblos.

Artículo

Los antecedentes cistercienses del Rosario

El artículo quiere mostrar que esta devoción mariana procede de los claustros monásticos, donde los monjes meditaban, una y otra vez, los misterios de Cristo vividos por María.

Artículo

La educación personalizada en la Regla de San Benito

“Nuestra tesis es que la educación personalizada que hoy pretenden aconsejar los pedagogos como una novedad, es la educación que se realiza en los monasterios que hoy continúan actualizando los fundamentos en la RB”.

Artículo

Las cartas de Ammonas

Ammonas (+396) fue discípulo y sucesor inmediato de San Antonio (+356) al frente de la colonia semi-anacorética que vivía a la orilla derecha del río Nilo en Pispir, en el bajo Egipto. Esta comunidad parece ser la destinataria de sus cartas.

Fuente

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