Adoración de los magos
Claudio Pastro (artista nacido en San Pablo, Brasil, en 1948). Missio. Aachen, Alemania, 1988.
«Cuantos buscan a Cristo, levanten los ojos al cielo; allí podrán contemplar la señal de la eterna gloria.
Esta estrella, que supera en resplandor y en hermosura al disco del sol, anuncia que Dios ha venido a la tierra vestido de carne mortal.
Ella no resplandece en las noches siguiendo la luna, que señala los meses, sino que, reinando sola en el cielo, regula el proceso de los días.
¿Quién es ese Rey tan grande -se preguntan los magos- que hasta en los astros manda, a quien de tal forma reverencian las estrellas, a quien sirven la luz y el aire?
Contemplamos algo sublime que no verá su fin, sublime, elevado, interminable, más antiguo que el cielo y que el caos.
Este es el Rey de las naciones y del pueblo judío, prometido al padre Abrahán y a su descendencia por todos los siglos.
El primer padre de los creyentes, voluntario sacrificador de su hijo único, conoció que en algún tiempo igualaría su descendencia al número de las estrellas.
Ya brota el pimpollo de David, nacido de la raíz de Jesé, y, germinando por el retoño del centro, ocupa el lugar más encumbrado.
Le siguen luego conmovidos, fijos sus rostros en el cielo, por donde la estrella trazaba su estela y señalaba claramente el camino.
Pero el astro quedó fijo sobre la cabeza del Niño y con un rayo descendente descubrió la sagrada cabecita reclinada.
Apenas advirtieron esto los magos, sacan sus obsequios orientales y, postrados, le ofrecen con votivos homenajes incienso, mirra y oro de rey.
Conoce, ¡oh Niño!, a quien el Padre destinó una triple condición, los claros distintivos de tu poder y de tu reino...
¡Oh Belén, la primera entre las grandes ciudades, a quien cupo en suerte dar a luz al Redentor del mundo, encarnado por virtud celestial!
Oriundo de ti nace el Hijo del Eterno Padre, hombre por virtud divina y Dios al mismo tiempo en miembros mortales...» (Aurelio Prudencio [+ después del 405], Cathemerinon XII, v. 1-11.33-92. Texto tomado de Obras Completas de Aurelio Prudencio, Madrid, 1950, pp. 157-163. [BAC 58]).
EDITORIAL
Cuadernos Monásticos celebra las “vísperas” de sus treinta años de existencia, dando gracias al Señor de la vida por sus dones abundantes. Nos preparamos a festejar con alegría el aniversario. Gozo profundo que deseamos compartir con todos nuestros colaboradores y lectores, expresándoles nuestro más sincero agradecimiento y regalándoles –regalándonos- todo lo que sea necesario para que Cuadernos siga cumpliendo con su tarea eclesial y monástica.
Mientras aderezamos algunas “sorpresas” para los festejos del año próximo les adelantamos algunas novedades en este número.
La celebración del Séptimo Encuentro Monástico Latinoamericano (=EMLA), realizado en Morumbí (San Pablo, Brasil) del 14 al 22 de julio próximo pasado, nos brinda una excelente oportunidad para afirmar el carácter latinoamericano de nuestra revista. Estos Encuentros, que comenzaron en Río de Janeiro (año 1972; cf. CuadMon 7, nº 23), y que actualmente se realizan cada cuatro años, son una estupenda ocasión para la convivencia fraterna y la reflexión sobre diversos temas. Durante una semana formamos una gran comunidad: compuesta principalmente por hermanas y hermanos de México hasta el extremo más austral de América, invitados especiales de otras partes del mundo, cohermanas y cohermanos laicos.
Por ello este número, al igual que los cuatro de 1995, se abrirán con la publicación de las conferencias del EMLA, cuyo tema central fue: La vida monástica y los laicos, protagonistas de la evangelización.
Para facilitar al lector el acceso a las distintas ponencias, me ha parecido oportuno ubicar en primer término la síntesis magistral del abad Bernardo Olivera (Abad General del la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia). Panorámica ofrecida con buen humor, caridad y capacidad crítica; el lector hallará en ella: lo que se dijo, lo que se sugirió, lo que faltó (el abad Bernardo denominó a este tercer apartado: “añadido”) y lo que él susurró (palabras no escritas) a las distintas áreas geográficas que participaron del EMLA. El abad Bernardo calificó su exposición como “una impresión, una simple opinión”, dejándole la palabra conclusiva a san Bernardo de Claraval.
La conferencia del abad del monasterio de San Benito (San Pablo, Brasil), trató un tema arduo, no resuelto hasta la hora actual: la presencia de la vida monástica en las grandes ciudades. D. Isidoro se preguntó si realmente se ha enfrentado el problema de una presencia no “elitista” del monacato en la ciudad. ¿Nos limitamos simplemente a recibir a quienes vienen y sienten atracción por nuestra vida? Una contribución para replantear este aspecto conflictivo del monacato actual.
Una característica peculiar de la espiritualidad monástica es su insistencia en la necesidad de la conversión del corazón, para lo cual es imperativo trabajar en el interior de nosotros mismos. Este aporte del monacato quedó sintetizado, por así decirlo, en la célebre frase de Gregorio Magno: habitare secum. En la Edad Media, Bernardo de Claraval, santo dotado de “una caridad ardiente y una profunda humildad”, prosigue y renueva este camino de “la conversión concebida no como pasaje de la incredulidad a la fe, sino como reforma continua y coherencia de vida postuladas por el cristianismo al que siempre adhirió” San Bernardo. En su Sermón a los clérigos sobre la conversión “resume su experiencia del hombre en la que concurren sus potencias más nobles –inteligencia y voluntad– y la gracia infinita de Dios”.
El Instituto Monástico de San Anselmo es una institución importante de la Confederación Benedictina, cuya utilidad no se limita solamente a las y los benedictinos, sino que cumple un verdadero servicio eclesial que merece ser mejor conocido y estimado.
En el año 1980 (CuadMon 15, nº 55, 1980, pp. 453-465) se publicó una selección de sentencias del monje ruso Silvano del Monte Athos (+1938). La vigencia y actualidad de sus enseñanzas justifican ampliamente esta nueva selección de sus escritos que ofrecemos a nuestros lectores. Silvano no es únicamente un paradigma por su vida monástica, es también un monje que nos acerca al espíritu del pueblo ruso y a las riquezas de nuestros hermanos ortodoxos.
El año en curso va llegando a su fin. Deseo agradecer a nuestros lectores su fidelidad y la compañía que nos han dispensado. Espero que sepan disculpar nuestras fallas y confiamos en seguir teniéndolos a nuestro lado durante 1995. A todos les deseo una santa Navidad y un muy buen año nuevo.
«“Hacerse niño” con relación a Dios es la condición para entrar en el Reino; para eso es necesario abajarse, hacerse pequeño; más todavía: es necesario “nacer de lo alto” (Jn 3,7), “nacer de Dios” para “hacerse hijos de Dios” (Jn 1,12). El misterio de Navidad se realiza en nosotros cuando Cristo “toma forma” en nosotros. Navidad es el misterio de este “admirable intercambio”:
O admirabile commercium! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad» (Catecismo de la Iglesia católica, nº 526).
Síntesis de los temas tratados durante el VIIº Encuentro Monástico Latinoamericano (=EMLA).
Primera conferencia del VIIº EMLA. Plantea las cuestiones principales de la presencia del monacato en la cultura urbana y sus dificultades.
Análisis de la progresiva dialéctica divino-humana, “que arranca desde la miseria del pecado y culmina en la perfecta configuración con Cristo según el ejemplo del buen Pastor”.
Noticias sobre su historia, finalidad y situación actual.
Traducción de algunos textos, publicados por vez primera en castellano, de este monje ruso contemporáneo.