Inicio » Cuadmon » Cuadernos Monásticos Nº 181

Editorial

Con gran satisfacción hemos reunido en este número claras y profundas exposiciones sobre la actualidad y plena vigencia de los valores que nos invita a encarnar san Benito, monje del siglo VI, en nuestra realidad propia de los albores del tercer milenio.

La validez de los valores monásticos en la búsqueda de la propia identidad, -camino que todos hemos de recorrer si queremos realizarnos en verdad como personas-, desde la puesta en práctica de una actitud de servicio confiado, humilde, enriquecido por la oración y la vida fraterna que no desconoce en absoluto las tendencias que ha ido experimentando el ser humano a lo largo del tiempo, es puesta en evidencia por el P. Longeat. Por eso no obstante responder san Benito a las modalidades de expresión propias de su tiempo, ilumina nuestro derrotero manteniéndose vigente su enfoque de la vida como un verdadero tesoro valioso hoy (P. J. Holzher, fallecido el 26 de febrero de este año), portador de normas que invitan a vivir tendidos hacia una felicidad inagotable y creciente (P. Casey).

El P. Lepori no deja de reconocer y utilizar los innumerables beneficios de los medios de comunicación, pero nos advierte cómo ser sabios en su empleo sin sustraernos a los múltiples encuentros enriquecedores que nos ofrecen gratuita y permanentemente la creación y los intercambios fraternos degustados en profundidad, y que nos abren hacia Otra Realidad aún más real y duradera.

SUMARIO

Editorial

La transmisión de los valores monásticos hoy

“Se puede decir que la mejor manera para el hombre moderno de recibir el advenimiento de Dios, es hacerse disponible interiormente en esa zona que subyace en la razón, el sentimiento, el deseo y que uno puede reconocer como la raíz de la conciencia de sí. A partir de ese lugar-fuente donde Dios viene a hacer su morada en nosotros, pueden desplegarse todas las capacidades de la persona hasta entrar armoniosamente en relación con su entorno. Para esto, los medios son indispensables y especialmente los que la vida monástica propone: la liturgia, la lectio, la oratio y la contemplatio, como así también la vida fraterna, desde sus aspectos más ordinarios hasta los acontecimientos excepcionales”.

Artículo

Un tesoro escondido: la Regula benedicti

“Si bien usando un vocabulario distinto del que nos es habitual, Benito proclama un mensaje actualísimo: “huir total y absolutamente de vivir frívola y aturdidamente”, es decir, “no olvidando a Dios” (RB 7,10). Benito es, sin duda, una persona apegada a los principios, pero sin exageraciones. No creo, por tanto, que exija estar pensando continua y explícitamente en Dios. El pensar en Dios debe, más bien, permear la vida entera, a la manera en que uno sazona sabrosa y adecuadamente todos los alimentos, pero sin arruinarlos al sobre-salpimentarlos”.

Artículo

Un decálogo benedictino (1ª parte)

“Simplemente voy a recordar diez palabras de la Regla de Benito que me parece que son de una especial e incluso de una urgente aplicación. Yo estoy hablando desde el punto de vista cisterciense dentro del espectro benedictino, y soy consciente de que el significado de los textos puede tener un eco diferente según en qué continente resuena o si los oyentes son monjes, monjas o hermanas”.

Artículo

Los actuales medios de comunicación y la vida monástica

“Me parece que la verdadera pregunta es la siguiente: ¿en qué medida estos medios de comunicación y de información, y su funcionamiento, tienen una influencia sobre nuestra identidad, sobre nuestro “yo”? Estos medios, ¿acaso llegan a definir nuestra identidad más que nuestra vida monástica? Porque el monje, la monja, en el fondo se define por el hecho de vivir una conversatio monástica, por el hecho de seguir una vida monástica, en un monasterio, en una comunidad, guiados por una Regla, en la obediencia a aquellos y aquellas que son nuestros mayores o nuestros responsables. Estos medios de comunicación y de información, ¿serán acaso más fuertes, más determinantes que los elementos de la conversatio monástica?”

Artículo

Cartas de Barsanufio y Juan a Eliano, laico y luego abad del monasterio de Séridos, en Gaza (s. VI)

“474. Pregunta: El Gran Anciano ha dicho que todo lo que provoca perturbación, por poco que sea, en su pensamiento, proviene del Maligno. Explícame esto.
Respuesta: Cuando, proyectando hacer alguna cosa, percibes perturbación en tu pensamiento, invoca el nombre de Dios; si persiste aunque sea un poco, sabrás entonces que eso que quieres hacer proviene del Maligno y no lo hagas. Si luego de que has proyectado algo, sobreviene la perturbación y se apodera de tu pensamiento, es que no debes hacer aquello que pensabas. En efecto, nada que se hace con perturbación agrada a Dios. Pero mientras uno se opone a la perturbación, no se debe creer que la cosa sea necesariamente dañina; es necesario juzgar si esta es buena o mala. Si no es buena, hay que rechazarla; si es buena, hay que hacerla, dejando de lado la perturbación, con la ayuda de Dios”.

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