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3. Reglas monásticas latinas anteriores a la Regla de san Benito
 
En las precedentes entregas presentamos una antología de textos del monacato primitivo, regida por dos temas: 1) la vocación monástica; 2) la recepción y formación a la vida monástica.
 
Luego de un intervalo destinado a festejar los grandes sacramentos de nuestra fe, comenzamos a ofrecer el texto completo, en castellano, de las reglas monásticas occidentales, anteriores a la de nuestro padre san Benito. Todas ellas irán precedidas por una breve introducción y ordenadas cronológicamente.
 
 
I. ORDO MONASTERII (REGLAMENTO DEL MONASTERIO)*
 
            Introducción
 
1. Autor y fecha de composición del Ordo Monasterii (= OM)
 
L. Verheijen1 es del parecer que el OM debe atribuirse a Alipio, pero su principio y su final serían de Agustín. Aquél le habría mostrado el texto, redactado al retorno de su viaje por Oriente, y su amigo se lo aprobaría añadiéndole, tal vez, un inicio y, con más probabilidad, un final a fin de darle un tono menos técnico y formal a la regla de Alipio. Obrando así Agustín estaba en su pleno derecho puesto que la comunidad de Tagaste había sido fundada por él. Además, sin duda, en el texto del OM veía expresadas muchas de sus principales ideas sobre la vida monástica.
 
Más tarde Alipio habría conocido, en ocasión de uno de sus viajes a Hipona, la regla de san Agustín. Entonces juntaría los dos textos en orden cronológico: primero el OM y luego el texto agustiniano, dando así origen al Praeceptum longius. Sin duda fue en este ropaje que las envió a Italia, donde tenía buenos amigos, destacando entre ellos Paulino de Nola. Así habrían circulado ambas reglas por la península antes de la invasión de los vándalos al África (año 430).
 
El OM deja traslucir, especialmente en su ordenamiento del Oficio Divino, la experiencia que su autor había vivido en el Oriente, y más concretamente en Belén junto a san Jerónimo. En ese viaje debe haber conocido también otras reglas orientales, que no lo habrán dejado indiferente e influyeron en la composición del OM.
 
Otro dato en favor de la paternidad de Alipio es el ya anotado tono jurídico de la regla. Sabemos que el amigo de Agustín había sido jurista (ver Conf. 6,8,13) y en varios puntos el texto “traiciona” el oído de alguien acostumbrado a las fórmulas del derecho romano2.
 
La fecha de composición del OM se puede fijar entre el regreso de Alipio del Oriente, su elevación a la sede episcopal de Tagaste y primeros meses en dicha función. Por tanto, entre los años 394-395. Sería así la primera regla de Occidente.
 
 
2. Alipio y Agustín
 
Casi todo lo que sabemos de Alipio nos es referido por Agustín, principalmente en sus Confesiones.
 
Era Alipio, al igual que su amigo, oriundo del municipio de Tagaste, “nacido de una de las primeras familias” del lugar y más joven que Agustín puesto que había sido su discípulo cuando él empezó a enseñar en Tagaste y más tarde en Cartago3. Experimentó muy pronto una enorme afición por los juegos circenses: “Amaba perdidamente el circo”, nos dice san Agustín. Al irse a estudiar derecho (ius) a Roma, por deseo de sus padres, cayó de nuevo en esa pasión por los juegos, de la que ya había conseguido alejarlo en una primera ocasión su amigo. Otros “amigos” lo arrastraron al circo, aunque Alipio se oponía e incluso no miraba lo que sucedía en la arena, “hasta que en un lance de la lucha fue tan grande y vehemente la gritería de la turba, que, vencido de la curiosidad y creyéndose suficientemente fuerte para despreciar y vencer lo que viera, fuese lo que fuese, abrió los ojos y fue herido en el alma con una herida más grave que la que recibió el gladiador en el cuerpo...”4.
 
En Roma se encontraron Alipio y Agustín y se unieron en una íntima amistad (fortissimo vinculo), al extremo que ambos partieron juntos para Milán: “ya por no separarse de mí, dice Agustín, ya por ejercitarse algo en lo que había aprendido de derecho, aunque esto era más por voluntad de sus padres que suya. Tres veces había hecho ya de asesor, y su entereza había admirado a todos...”5. Destaca también Agustín el amor por las letras que sentía Alipio (studio litterario), y que lo impulsaba a mandar copiar códices, a menudo a precios exagerados. Ambos amigos, en este período de sus vidas, vacilaban sobre el modo de vida que habrían de seguir6.
 
En virtud del gran afecto que los unía, Alipio le insistía a su amigo para que no tomase mujer, para así poder dedicarse por completo al amor de la sabiduría (in amore sapientiae vivere). “Porque él, afirmaba Agustín, era en esta materia castísimo, de modo tal que causaba admiración; porque aunque al principio de su juventud había experimentado el deleite carnal, sin embargo no se había apegado a él, antes se dolió mucho de ello y lo despreció, viviendo en adelante contentísimamente”7.
 
No sólo fueron amigos, sino también “compañeros de ruta”: en las discusiones filosóficas8; en el hallazgo de la vida monástica9; en la conversión10; en el gran momento en que abrazaron a Cristo y recibieron el bautismo11.
 
Alipio permanecería siempre como fiel amigo del gran Agustín. Junto a él inició el soñado proyecto de vida monástica12. Más tarde lo apoyó, siendo los dos obispos, en la controversia con los donatistas, participando activamente a su lado en la Conferencia de Cartago del año 41113. Adoptando luego idéntica actitud durante la ardua polémica con los pelagianos14.
 
Alipio no es, entonces, únicamente “alguien” del entorno de Agustín, sino mucho más: es su gran amigo, con quien compartió toda una vida. Podemos por eso decir que el OM es una regla escrita en el espíritu de san Agustín.
 
 
3. Plan y desarrollo del contenido del OM
 
Tiene esta regla un plan bastante sencillo: un prefacio y un epilogo; y dos partes, una de carácter más organizativo y otra de tinte más espiritual. Lo exponemos desarrollando contemporáneamente los elementos esenciales que comprenden cada una de esas secciones.
 
1. Prefacio: probablemente es de san Agustín; recuerda el mandamiento del amor.
 
Primera parte: Organización del monasterio
 
2 Ordo del Oficio Divino (semejante al curso oriental de Antioquía):
- Oración matutina (= Laudes): 3 salmos (62, 5 y 89; ver Casiano, Inst.3,1: CSEL 17, pp. 38-41).
- Tercia, sexta y nona: 1 salmo responsorial, 2 antifonales, lectura, oración15.
- Lucernario (= Vísperas): 1 salmo responsorial, 4 antifonales, 1 responsorial, lectura, oración.
-(Entre Vísperas y Completas: lectura comunitaria). - Completas: salmos acostumbrados.
- Maitines: su composición varía según los meses del año: primavera-otoño (marzo y abril; setiembre y octubre): 10 salmos antifonales, 5 salmos (responsoriales?), 3 lecturas; primavera-verano (mayo, junio, julio, agosto): ocho salmos antifonales, 4 salmos (responsoriales?), 2 lecturas; otoño-inviemo (noviembre, diciembre, enero, febrero): 12 salmos antifonales, 6 salmos (responsoriales?), 3 lecturas.
 
3. Horario monástico:
 
hasta Sexta: trabajo (a comenzar luego de Laudes o deTercia? ver 9) de Sexta a Nona: lectura de Nona a Vísperas: trabajo.
 
Segunda parte: La vida “espiritual”del monje
 
4. Desapropiación: Hch 4,32.
5-9. Normas “espirituales” para los monjes:
5. prohibición de murmurar.
6. obediencia.
7 y 9. silencio en el trabajo y refectorio.
8. relación con el mundo exterior.
10. La corrección de los que desprecian la regla: el código penal.
 
11. Epílogo o conclusión: observar la regla en el nombre de Cristo; sería de san Agustín.
 
 
Notas:
 
* El texto de la introducción se ha tomado, con algunas variantes, de: Cuadernos Monásticos, n. 83 (1987), pp. 487-490.
 
1. La Règle de Saint Augustin. I: Tradition manuscrite; II: Recherches historiques (Paris 1967). Ver, más recientemente, del mismo Verheijen su art. Regula augustini: DIP 7 (1983) 1542-1554.
 
2. Op. cit., II, pp. 169 ss: con una enumeración de los pasajes en los que se advierte este aspecto.
 
3. Conf. 6,7,11, citamos según la traducción de A. Custodio Vega, en la edición de las obras de Agustín de la BAC (nº 11: Madrid 51967) p. 242. Alipio era un poco menor que Agustín (minor natu), ubicándose la fecha de su nacimiento hacia el 354.
 
4. Confesiones 6,8,13: BAC 11, pp. 244-245.
 
5. Ibid., 6,10,16: BAC 11, p. 248.
 
6. Ibid.: BAC 11, p. 249.
 
7. Ibid. 6,12,21: BAC 11, p. 253.
 
8. Ibid. 6,16,26: BAC 11. p. 258. Ver De beata vita 15.
 
9. Conf. 8,6,13-14: BAC 11, pp. 323-324.
 
10. Ibid. 8,11,27-12,30: BAC 11, pp. 338-341.
 
11. Ibid. 9,4,7-8: BAC 11, pp. 354-356; y 9,6,14: BAC 11, pp. 360-362.
 
12. Ver Posidio, Vita Aug. 3,1-2.
 
13. Ver la ed. de las Actas de la Conferencia de Cartago de 411 en la colección SCh vols. 194, 195 y 224 (Paris 1972-75), sobre todo el vol. I (SCh 194), pp. 246 ss, donde el editor (S. Lancel) analiza las intervenciones de Alipio en la trascendental reunión. Ver también J. L. Maier, L'Episcopat de l'Afrique romaine, vandale et byzantine (Neuchâtel 1973) pp. 213. 253-254.
 
14. Ver Contra duas ep. Pel 1,1,2; De nupt. et conc. 2,1,1; Op. imp. ctr. Iul. 1,42; 3,35.
 

15. Los salmos antifonales son los que canta todo el coro, mientras que los salmos responsoriales son cantados por un cantor mientras el coro escucha y responde con un versículo o antífona. Existe una proporción entre unos y otros: a un responsorial corresponden dos antifonales.