Inicio » Content » TEXTOS PARA LA VIDA MONÁSTICA CRISTIANA (13)

 

2. Recepción y formación a la vida monástica (continuación)
 
«Vamos a mostrar ahora cómo se debe examinar a los que vienen del mundo para convertirse. En primer lugar, se debe cercenar en ellos las riquezas del mundo.
 
Si es un pobre el que desea convertirse, también él posee riquezas que se deben cercenar, lo que muestra el Espíritu Santo diciendo por boca de Salomón: “Mi alma odia al pobre orgulloso” (Si 25,2); y en otro lugar dice: “El soberbio es como un herido” (cf. Sal 88 [89],11). E1 que preside debe, por tanto, mantener esta regla con gran empeño: si un pobre se convierte, deponga primero su carga de soberbia y, probado de este modo, recíbaselo. Ante todo, debe ser educado en la humildad, de modo que -lo que es más importante y es un sacrificio agradable a Dios- no haga su voluntad sino que esté “pronto para todo(2 Tm 2,21). En cualquier cosa que suceda debe acordarse: “Pacientes en la tribulación” (Rm 12,12).
 
Cuando un hombre tal quisiera librarse de las tinieblas del mundo (cf. Ga 1,4), en primer lugar, al acercarse al monasterio, permanezca a la puerta por una semana; no se junte con él ninguno de los hermanos sino preséntenle constantemente cosas duras y difíciles. Pero “si persevera llamando” (Lc 11,8; cf. Hch 12,16), no se niegue el ingreso al que lo pide, pero el que preside debe enseñar a este hombre cómo puede observar la regla y seguir la vida de los hermanos.
 
Si fuera rico, poseyendo muchas riquezas en el mundo y quisiera convertirse, en primer lugar debe cumplir la voluntad de Dios y seguir aquel precepto primordial que se le dio al joven rico: “Vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, toma tu cruz y sígueme” (Mt 19,21; 16,24). Además el que preside lo debe instruir para que cuide de no reservar nada para sí sino la cruz que debe llevar, y seguir a Cristo. Lo más importante de la cruz que debe llevar es: en primer lugar, con una obediencia total, no hacer su voluntad sino la de otro. Si quisiera ofrecer una parte de sus bienes al monasterio, sepa en qué condiciones serán recibidos él y su ofrenda. Pero si quisiera tener consigo alguno de sus servidores, sepa que “ya no tendrá un servidor, sino un hermano” (Flm 16), para que sea hallado perfecto en todas las cosas» (Regla de los Cuatro Padres, 7. Hacia 400-410?).