Inicio » Content » TEXTOS PARA LA VIDA MONÁSTICA CRISTIANA (105)

LOS APOTEGMAS DE LAS MADRES Y LOS PADRES DEL DESIERTO

Letra Pi

 

ABBA PASTOR (continuación)

115. Un hermano interrogó a abba Pastor, diciendo: “¿Qué haré, puesto que soy combatido por la fornicación y por la ira?”. El anciano le dijo: «A raíz de esto dijo David: “Golpeaba al león y mataba al oso” (1 S 17,35); es decir: amputaba la ira y oprimía la fornicación con las fatigas”.

116. Dijo también: “No hay caridad más grande que la de dar la vida por el prójimo (Jn 15,13). Porque si uno oye una palabra mala, es decir, que causa tristeza, y pudiendo decirla él también, lucha para no decirla, o si es engañado, y lo soporta y no retribuye al que así obró con él, este hombre da su vida por su prójimo”.

117. Un hermano interrogó a abba Pastor, diciendo: “¿Qué es un hipócrita?”. El anciano le respondió: «Hipócrita es aquel que enseña a su prójimo aquellas cosas que él no hace. Está escrito: “¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano, y hay una viga en tu ojo?” (Mt 7,3-4)».

118. Un hermano interrogó a abba Pastor, diciendo: “¿Qué es airarse vanamente contra un hermano?” (Mt 5,22). Le respondió: “Si te aíras contra tu hermano por cualquier ofensa con que te injuria, te enojas sin causa. Aunque te arranque el ojo derecho y te corte la mano derecha, si te enojas, te enojas vanamente. Pero si se aparta de Dios, entonces sí, aírate”.

119. Un hermano interrogó a abba Pastor, diciendo: “¿Qué he de hacer con mis pecados?”. El anciano le dijo: «El que desea limpiarse de sus pecados, los lava con el llanto, y el que desea adquirir las virtudes las adquiere con el llanto. En efecto, llorar es el camino que nos dieron la Escritura y nuestros Padres, diciendo: “Lloren” (St 4,9). Ciertamente, no hay otro camino fuera de éste».

120. Un hermano preguntó a abba Pastor: “¿Qué es el arrepentimiento del pecado?”. El anciano le respondió: “No cometerlo ya en adelante. Por esta razón, los justos fueron llamados irreprochables (cf. Col 1,22), porque abandonaron el pecado y se volvieron justos”.

121. Dijo también: “La malicia de los hombres está escondida dentro de ellos”.

122. Un hermano preguntó a abba Pastor: “¿Qué haré con estas preocupaciones que me afligen?”. El anciano le dijo: “Lloremos en la presencia de Dios en todas nuestras aflicciones, hasta que haga misericordia con nosotros”.

123. El mismo hermano lo interrogó nuevamente: “¿Qué haré con las amistades vanas que tengo?”. Él le dijo: “Hay hombres que se esfuerzan hasta la muerte, atendiendo a las amistades de este mundo. No te acerques a ellas, no las toques, y se transformarán ellas mismas”.

124. Un hermano interrogó a abba Pastor, diciendo: “¿Puede estar muerto un hombre?”. Le respondió: “Si se inclina hacia el pecado, se vuelve moribundo; pero si se inclina al bien, vive y actúa”.

125. Dijo abba Pastor que el bienaventurado Antonio había dicho que el gran poder del hombre consiste en que arroje sus faltas sobre sí, en la presencia de Dios, y espere la tentación hasta el último suspiro.

126. Preguntaron a abba Pastor a quién se refería la palabra de la Escritura: “No inquieten por el mañana” (Mt 6,34). El anciano respondió: «Se dijo para el hombre tentado y débil, para que no se aflija, diciendo: “¿Cuánto tiempo permaneceré en esta tentación?”; sino que, más bien, piense y diga cada día: “Hoy” (Hb 3,13)».

127. Dijo también: “Enseñar al prójimo corresponde al hombre sano y sin pasiones, porque ¿de qué sirve edificar la casa de otro y destruir la propia?”.

128. Dijo también: “¿De qué sirve darse a un oficio y no aprenderlo?”.

129. Dijo también: “Todas las cosas desmesuradas provienen de los demonios”.

130. Dijo también: “Cuando un hombre se apresta a construir una casa, recoge las cosas necesarias para edificarla y reúne las distintas clases de materiales. Así también adquiramos un poco de todas las virtudes”.

131. Algunos de los Padres interrogaron a abba Pastor diciendo: “¿Cómo puede abba Nesteros soportar tanto a su discípulo?”. Abba Pastor les dijo: “En su lugar, yo hubiera puesto también una almohada debajo de su cabeza”. Abba Anub le dijo: “¿Y qué le dirías a Dios?”. Abba Pastor le respondió: «Le diría así: “Tú dices: ‘Quita la viga de tu ojo, y entonces verás de quitar la paja del ojo de tu hermano’ (Mt 7,5)”».

132. Dijo abba Pastor: “El hambre y el sueño no nos dejan ver estas cosas simples”.

133. Dijo también: “Muchos llegaron a ser poderosos, pero muy pocos fueron eminentes”.

134. Dijo también, gimiendo: “Todas las virtudes, salvo una, vinieron a esta casa, y el hombre sin ella se sostiene con esfuerzo”. Le preguntaron cuál era, y él respondió: “Que el hombre se reproche a sí mismo”.

135. Abba Pastor decía con frecuencia: “No tenemos necesidad de otra cosa, fuera de una inteligencia vigilante”.

136. Uno de los padres interrogó a abba Pastor diciendo: «¿Quién es el que dice: “Tengo parte con todos los que te temen? (Sal 118[119],63)”». El anciano respondió: “Es el Espíritu Santo el que lo dice”.

137. Abba Pastor dijo que un hermano interrogó a abba Simón, diciendo: “Si al salir de mi celda encuentro a mi hermano distraído, me distraigo con él; y si lo encuentro riendo, me río con él. Por eso cuando vuelvo a mi celda, ya no puedo tener descanso”. El anciano le dijo: “¿Pretendes tú al volver a tu celda encontrarte como estabas al salir de ella, si cuando encuentres a los que ríen, ríes con ellos, y cuando encuentras a los que hablan, hablas con ellos?”. El hermano le dijo: “¿Entonces qué?”. El anciano le dijo: “Guarda la vigilancia en el interior y guarda la vigilancia en el exterior”.

138. Abba Daniel decía: «Vinimos un día adonde estaba abba Pastor y comimos juntos. Después de haber comido nos dijo: “Vayan, hermanos, descansen un poco”. Los hermanos se retiraron a descansar. Pero yo me quedé para hablar con él a solas. Me levanté y fui a su celda. Al verme ir hacia él, hizo como si durmiera. Esa era siempre la actividad del anciano, hacer todas las cosas en secreto».

139. Abba Pastor dijo: “Si tienes visiones y oyes rumores, no se los cuentes a tu prójimo, pues ello es un artificio de guerra”.

140. También dijo: “La primera vez, huye; la segunda, huye, y la tercera vez, conviértete en espada”.

141. Abba Pastor dijo a abba Isaac: “Alivia una parte de tu justicia y tendrás descanso en tus cortos días”.

142. Un hermano vino una vez a abba Pastor y, mientras estaba sentado con otros, alabó a un hermano que aborrecía el mal. Abba Pastor le dijo al que había hablado: “¿Qué es aborrecer el mal?”. El hermano se sorprendió y no supo responder. Levantándose, hizo la metanía ante el anciano diciendo: “Dime tú, ¿qué es aborrecer el mal?”. El anciano le dijo “Aborrecer el mal es esto: Odiar uno mismo sus pecados y justificar a su prójimo”.

143. Un hermano fue a ver a abba Pastor y le dijo: “¿Qué haré?”. El anciano le dijo: “Ve, vive con el que diga: ¿Qué es lo que quiero?, y hallarás descanso”.

144. Abba José refirió que abba Isaac dijo: “Estaba sentado cierta vez con abba Pastor y lo vi transportado en éxtasis. Vuelto ya, como tenía con él una gran confianza, me postré haciendo la metanía, y le dije: Dime, ¿dónde estabas? Coaccionado, me respondió: Mi mente estaba allí donde estaba María, la Madre de Dios, que lloraba junto a la cruz del Salvador. Yo quisiera llorar así por siempre”.

145. Un hermano interrogó a abba Pastor diciendo: “¿Qué haré con el peso que me oprime?”. El anciano le dijo: “Los barcos pequeños y grandes tienen cables como cinturones para que, si el viento no les es favorable, los aten a los pechos de los marineros para guiar con lentitud la nave, hasta que Dios envíe el viento. Mas si notan que está cayendo la oscuridad, entonces echan las anclas para que la nave no vaya a la deriva”.