Inicio » Content » TEXTOS PARA LA VIDA MONÁSTICA CRISTIANA (101)

LOS APOTEGMAS DE LAS MADRES Y LOS PADRES DEL DESIERTO

Letra Ni

ABBA NILO[1]

1. Dijo abba Nilo: “Lo que hicieres para vengarte de un hermano que te ha perjudicado, todo ello brotará en tu corazón en el tiempo de la oración”.

2. Dijo también: “La oración es el germen de la mansedumbre y la ausencia de la ira”.

3. Dijo también: “La oración es el remedio de la tristeza y la angustia”.

4. Dijo también: “Ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres y tomando la cruz, renuncia a ti mismo para que puedas orar sin distracción”.

5. Dijo también: “Según demuestres ser filósofo por la paciencia, encontrarás el fruto en el tiempo de la oración”.

6. Dijo también: “Sí quieres orar como es debido, no entristezcas el alma, porque de lo contrario correrías en vano (cf. Ga 2,2)”.

7. Dijo también: “No quieras administrar tus cosas como te parece a ti sino como place a Dios, y estarás libre de preocupaciones y agradecido en tu oración”.

8. Dijo también: “Bienaventurado el monje que se cree el más indigno de todos (cf. 1 Co 4,13)”.

9. Dijo también: “Es invulnerable a las flechas del enemigo, el monje que ama la calma, pero el que se junta con las multitudes, recibe continuamente heridas”.

10. Dijo también: “El servidor que descuida la obra de su señor, está preparado para recibir el castigo (cf. Lc 12,47)”.

 

ABBA NESTEROS[2]

1. Abba Nesteros el grande, iba por el desierto con un hermano y al ver un dragón, huyeron. Le dijo el hermano: “¿También tú tienes miedo, Padre?”. Y le respondió el anciano: “No temo, hijo, pero es conveniente que huya, porque si no, no podría huir del espíritu de la vanagloria”.

2. Un hermano interrogó a un anciano diciendo: “¿Qué obra buena hay, para hacerla y vivir en ella?”. Le dijo el anciano: «Dios sabe lo que es bueno. Pero oí que uno de los Padres interrogó a abba Nesteros el grande, amigo de abba Antonio, y le dijo: “¿Qué obra buena puedo hacer?”. Y le respondió: “¿No son acaso iguales todas las obras? La Escritura dice: Abraham era hospitalario y Dios estaba con él (cf. Gn 18,1 ss.). Eliseo amaba la quietud, y Dios estaba con él (cf. 1 R 17,2 ss.). David era humilde, y Dios estaba con él (cf. 1 S 18,23). Aquello hacia lo que ves que aspira tu alma, según Dios, eso pon por obra, y guarda tu corazón (cf. Pr 4,23)”».

3. Dijo abba José a Abba Nesteros: “¿Qué le haré a mi lengua, que no puedo dominarla?”. Le dijo el anciano: “¿Cuando hablas tienes descanso?”. Le respondió: “No”. El anciano le dijo: “Si no tienes descanso ¿para qué hablas? Más bien cállate y si te encuentras en medio de una conversación escucha en vez de hablar.”

4. Vio un hermano a abba Nesteros que llevaba dos túnicas, y lo interrogó diciendo: “Si viene un pobre y te pide un vestido, ¿cuál le darías?”. Le respondió el anciano diciendo: “El mejor”. Le dijo el hermano: “Si viene otro y te pide ¿qué le darás?”. Le respondió el anciano: “La mitad del otro”. El hermano dijo: “Si viene otro más a pedirte ¿qué le darás?”. Él respondió: “Cortaré lo que resta y le daré la mitad y me cubriré con lo demás”. De nuevo le dijo: “Si también esto te piden ¿qué harás?”. Dijo el anciano: “Le daré lo que me queda, e iré a sentarme a un lugar hasta que Dios se apiade y me cubra; y no pediré nada a nadie”.

5. Dijo abba Nesteros: «El monje debe decir, por la tarde y por la mañana, esta Palabra: “¿Qué hemos hecho de lo que Dios quiere, y qué hemos hecho de lo que El no quiere?”. Y de esta manera examinar toda su vida. Esfuérzate cada día para estar sin pecado en la presencia de Dios. Ruega a Dios de esta manera, como uno que está en su presencia, porque en verdad está presente. No legisles para ti, no juzgues a nadie. Es cosa ajena al monje jurar, perjurar, mentir, airarse, ofender, reír. El que es estimado o exaltado por encima de su mérito, sufre un gran daño».

6. Se decía que abba Nesteros, el que vivió en Raithu, se tomaba cada año tres semanas para hacer canastos, y hacía seis cada semana.

 

ABBA NESTEROS, EL CENOBITA[3]

1. Decía abba Pastor de abba Nesteros, que el anciano era como la serpiente de bronce que hizo Moisés para curar al pueblo (cf. Nm 21,8-9), porque poseía la virtud toda, y en silencio, sanaba a todos.

2. Cuando abba Pastor, que vivía en el cenobio, oyó acerca de abba Nesteros, deseó verlo, y se lo dijo a su abba para que lo enviase. Pero éste no queriendo enviarlo solo, no lo mandó. Después de unos días, el ecónomo del cenobio, que sufría una tentación, rogó a su abba que le permitiese ir a ver a abba Pastor para manifestarte su pensamiento. Él se lo permitió diciéndole: “Toma contigo al hermano, porque el anciano me habló de él y temiendo enviarlo solo, no lo mandé”. Cuando llegó el ecónomo adonde estaba el anciano, le habló de sus pensamientos y lo curó. Después preguntó el anciano diciendo: “Abba Nesteros, ¿cómo has adquirido esta virtud, que cuando hay un motivo de turbación en el cenobio, no hablas ni intervienes?”. Y el hermano, después de mucha insistencia del anciano dijo: «Perdóname, abba; cuando al principio ingresé en el cenobio, dije a mi pensamiento: “Tú y el asno son una misma cosa. Como el asno es golpeado y no habla; es injuriado y no responde, haz tú lo mismo. Como dice el salmista: ‘Soy como un asno junto a ti, y por ello estaré siempre contigo’ (Sal 72 [73],22-23)”».

 

ABBA NICÓN[4]

1. Un hermano interrogó a un Padre diciendo: “¿Cómo trae el diablo las tentaciones sobre los santos?”. Y el anciano le respondió: «Había uno de los Padres, llamado Nicón, que vivía en el monte Sinaí. Y sucedió que uno, que iba a la tienda de cierto faranita, encontró sola a su hija y pecó con ella. Y le dijo: “Di: el anacoreta, abba Nicón, me hizo esto”. Cuando volvió su padre y lo supo, tomó la espada y fue adonde estaba el anciano. A su llamado, salió el anciano. Cuando extendió su mano para matarlo, se secó su mano. Se alejó el faranita y lo dijo a los presbíteros, que lo mandaron llamar. Descendió el anciano, y lo golpearon, y querían expulsarlo. Y él les rogó diciendo: “Por Dios se los pido, déjenme aquí para que haga penitencia”. Y lo apartaron por tres años y dieron orden de que nadie lo visitase. Hizo así durante los tres años y venía cada domingo a hacer penitencia y a suplicar a todos diciendo: “Oren por mí”. Más tarde, el que cometió el pecado, e hiciera caer la prueba sobre el anacoreta, fue poseído por el demonio y confesó en la iglesia diciendo: “Yo cometí el pecado, e hice denunciar calumniosamente al siervo de Dios”. Vino entonces todo el pueblo a inclinarse delante del anciano diciendo: “Perdónanos, abba”. Y les respondió: “Por lo que respecta al perdón, los perdono. Pero en cuanto a permanecer aquí, no permaneceré con ustedes en este lugar, porque no hallé ni uno solo que tuviera discreción y se compadeciera de mí”. Y de este modo se alejó de allí. Y dijo el anciano: “Ves cómo el diablo trae las tentaciones sobre los santos”».

 

ABBA NETRAS[5]

1. Contaban acerca de abba Netras, discípulo de abba Silvano, que cuando vivía en su celda del monte Sinaí, obraba moderadamente en lo que se refería a la necesidad del cuerpo. Cuando lo hicieron obispo de Farán, se obligó a sí mismo a una gran dureza. Y su discípulo le dijo: “Abba, cuando estábamos en el desierto, no vivías tan ascéticamente”. Y el anciano le respondió: “Es que era el desierto, y había tranquilidad y pobreza, y quería atender al cuerpo de manera que no enfermase y no buscase lo que no tenía. Pero ahora es el mundo, y hay ocasiones; y si aquí enfermase, hay quien me asista sin perder al monje”.

 

ABBA NICETAS[6]

Decía abba Nicetas acerca de dos hermanos, que se juntaron para vivir juntos. Uno de ellos pensó en su interior diciendo: “Lo que quiera mi hermano, eso haré”. Lo mismo pensó el otro diciendo: “Haré la voluntad de mi hermano”. Vivieron muchos años con gran caridad. Al verlo el enemigo, descendió, queriendo separarlos, y se paró en el atrio. Y a uno se le apareció como una paloma y al otro como un cuervo. Uno dijo: “¿Ves la paloma?”. El otro dijo: “Es un cuervo”. Empezaron a discutir y contradecirse hasta que se levantaron, y lucharon hasta sacarse sangre, con gran alegría del enemigo. Al fin se separaron. Después de tres días volvieron en sí y pidiéndose mutuamente perdón, dijo cada uno lo que había visto, y reconociendo la guerra del enemigo, permanecieron hasta el fin sin separarse.

 

Letra Xi

ABBA XOIOS[7]

1. Interrogó un hermano a abba Xoios diciendo: “Si me encuentro en un lugar y como tres panes, ¿eso es mucho?”. Le respondió el anciano: “¿Vas acaso a la era, hermano?”. Le dijo otra vez: “Si bebo tres vasos de vino ¿es eso mucho?”. Le respondió: “Si no hay demonio, no es mucho; pero si lo hay, es mucho. Puesto que el vino es ajeno a los monjes que viven según Dios”.

2. Uno de los Padres, recordaba que abba Xoios, el tebano, se internó una vez en el monte Sinaí. Cuando salió, lo encontró un hermano que le dijo gimiendo: “Estamos afligidos, abba, por la falta de lluvias”. Le dijo el anciano: “¿Por qué no rezan y suplican a Dios?”. El hermano le respondió: “Oramos y suplicamos, pero no llueve”. Le dijo el anciano: “Por cierto que no oran intensamente. ¿Quieren saber cómo es esto?”. Extendió las manos hacia el cielo, en oración y en el acto comenzó a llover. Al verlo, el hermano tuvo miedo y cayó sobre el rostro para venerarlo. El anciano, entonces, huyó. El hermano anunció a todos lo sucedido y los que lo oyeron, glorificaron a Dios.

 

ABBA XANTHIAS[8]

1. Dijo abba Xanthias: “El ladrón estaba en la cruz, y por una palabra sola fue justificado (cf. Lc 23,42). Judas se contaba con los apóstoles y en una noche perdió todo el esfuerzo, y bajó del cielo al infierno (cf. Mt 26,24). Por ello, no se gloríe el que obra bien; todos los que confiaron en sí mismos cayeron”.

2. Subió una vez abba Xanthias desde Escete a Terenutis, y donde quedó para descansar, le ofrecieron, por el trabajo de la ascesis, un poco de vino. Supieron que él estaba, y le trajeron un endemoniado. Y el demonio comenzó a injuriar al anciano: “¿A este bebedor me han traído?”. El anciano empero, no quiso expulsarlo, sino que dijo a causa de la injuria: “Confío en Cristo, en que antes de que concluya este vaso, saldrás”. Y cuando comenzó el anciano a beber, gritó el demonio diciendo: “Tú me quemas, tú me quemas”. Y antes de que lo terminase, salió por la gracia de Cristo.

3. Dijo el anciano: “El perro es mejor que yo, porque tiene amor y no va al juicio (cf. Jn 5,24)”.

 

Letra Omicrón

ABBA OLIMPIO[9]

1. Dijo abba Olimpio: «Bajaba un día un sacerdote pagano hacia Escete y vino a mi celda y durmió allí. Al ver la conducta de los monjes me dijo: “Conduciéndose de este modo ¿nada ven de su Dios?”. Le digo: “Nada”. Me dijo el sacerdote: “Por cierto que a nosotros, que ofrecemos sacrificios a nuestro dios, no nos oculta nada, sino que nos revela sus misterios. Pero ustedes, haciendo estos esfuerzos, vigilias, soledades y ascesis, dicen: ‘Nada vemos’. En verdad, si no ven nada, es que tienen en sus corazones pensamientos malos, que los alejan de su Dios, y por eso no les revela sus misterios”. Fui y dije a los ancianos las palabras del sacerdote. Y se admiraron, y dijeron que así es. Los pensamientos impuros separan a Dios de los hombres».

2. Abba Olimpio de Las Celdas fue atacado por la fornicación. El pensamiento le dijo: “Ve, toma mujer”. Se levantó y, haciendo barro, se fabricó una mujer y se dijo: “Aquí tienes a tu mujer. Es necesario que trabajes mucho para que puedas alimentarla”. Y trabajaba esforzándose mucho. Al día siguiente, hizo nuevamente barro y se fabricó una hija y dijo a su pensamiento: “Tu mujer dio a luz. Es necesario que trabajes aún más, para poder alimentar y vestir a tu criatura”. Y lo hacía hasta extenuarse. Dijo entonces al pensamiento: “No puedo ya soportar el trabajo”. Y agregó: “Si no puedes soportar el trabajo, tampoco busques mujer”. Y viendo Dios su sufrimiento, le quitó la lucha y descansó.

 

ABBA ORSISIO[10]

1. Dijo abba Orsisio: “Un ladrillo crudo puesto como fundamento junto a un río, no resiste ni un día, pero el cocido resiste como piedra. Asimismo el hombre que tiene un sentir carnal y no arde como José en el temor de Dios, se disuelve cuando llega a un puesto principal. Son muchas las tentaciones de estos, que están en medio de los hombres. Es bueno que el que conoce su propia medida, rehúya el peso del mando. Los que están firmes en la fe, son inconmovibles. Si alguien quisiera hablar del santísimo José, debe decir que no era terrenal. ¡Cuántas tentaciones tuvo, y en qué región, donde no había señal de piedad hacia Dios! Pero el Dios de sus padres estaba con él y lo libró de todas las tribulaciones y ahora está con sus padres en el reino de los cielos. Nosotros también, conociendo nuestra medida, luchemos; apenas si podremos escapar del juicio de Dios.

2. Dijo también: “Considero que si el hombre no guarda bien su corazón, olvidará y descuidará todo lo que oye y de este modo, el enemigo, encontrando lugar en él, lo hará caer. Es como la lámpara preparada y ardiente, si se descuida de ponerle aceite, poco después se apagará y después podrán más las tinieblas que ella. Y no sólo esto, sino que si una rata se acerca a la lámpara, buscando roer la mecha, no puede hacerlo antes de que se apague la lámpara y enfríe el aceite. Pero cuando ve que la lámpara, no sólo está sin luz, sino también sin calor, al tirar de la mecha, hace caer también la lámpara. Si ésta es de barro, se rompe, si es de bronce, el dueño de casa la llenará de nuevo. De manera semejante, en el alma negligente, el Espíritu Santo se va alejando poco a poco, hasta que al fin, pierde su calor y viene entonces el enemigo y come el fervor del alma y la maldad apaga también el cuerpo. Pero si el hombre es bueno en su unión con Dios, y en su simplicidad ha sido, arrastrado a la negligencia, Dios, en su misericordia, le envía su temor y el recuerdo de los castigos futuros, y lo dispone para que sea vigilante y se guarde, en el futuro, con mucha prudencia hasta su venida”.

 


[1] “Bajo el nombre de Nilo se conservan aquí algunas sentencias de Evagrio, de las cuales ocho han sido extractadas del tratado Sobre la oración (13,14, 16, 17, 19, 20, 89 y 121)... Nilo fue discípulo de san Juan Crisóstomo y superior de un monasterio en Ancira (Galacia), a comienzos del siglo V” (Sentences, p. 208).

[2]“Entre los diferentes personajes de este nombre aquí se trata de Nesteros (Nisterõs) el Grande, amigo de san Antonio. Se lo menciona explícitamente en los dos primeros apotegmas. Para los otros, la atribución es menos segura, en tanto que el anteúltimo de la serie no puede ser de él, porque se habla en pasado de la vida del abad Arsenio” (Sentences, p. 209).

[3] “Ignoramos dónde se encontraba el monasterio de cenobitas en el que vivía este Nesteros, conocido de Pastor (Poimén). El segundo apotegma existe en griego en dos formas, antiguas ambas... Traducimos aquí la forma larga” (Sentences, p. 211).

[4] “La historia que le sucedió a Nicón (Nícon) tiene cierta semejanza con aquella de Macario el Egipcio (apotegma 1), pero con un milagro más que salvó de la muerte al anciano calumniado. Como Macario, también Nicón se deja acusar y hace penitencia humildemente”, pero antes de dejar el lugar no deja de dirigirles un fuerte reproche a los habitantes (Sentences, p. 212).

[5] “Netras (Netrã) es sin duda, como Marcos, uno de los doce discípulos de Silvano (cf. apotegma Marcos 1). Cuando llegó a ser obispo de Farán en la península sinaítica se trataba más duramente que cuando era monje. Sabemos que el abad Apphy, que fue obispo de Oxyrrynco, quiso conservar también la austeridad de su vida monástica, pero no lo logró (apotegma Apphy 1)” (Sentences, p. 213).

[6] “El nombre de Nicetas no aparece en ninguna otra parte en los antiguos documentos monásticos egipcios. La historia que narra, anónima y desprovista de todo elemento de localización, podría haber sido inventada para mostrar cómo los hermanos, aún estando unidos, pueden enfrentarse si cada uno defiende obstinadamente su opinión personal y lo que cree ser la verdad más evidente” (Sentences, p. 214).

[7] “Es probable que el Xoios del primer apotegma no sea otro que el abad Sisoes. No le quedaría entonces más que el segundo, pero la colección alfabética es la única que menciona su nombre. En todas las otras versiones la sentencia es anónima” (Sentences, p. 215).

[8] “Fue monje en Escete y los tres apotegmas que se le atribuyen son interesantes, pero como en el caso de Xoios (: Xoio) aparecen como anónimos en las otras tradiciones que conocemos” (Sentences, p. 216).

[9] “... El abad Olimpio de Escete era un antiguo esclavo muy humilde y dotado de gran discernimiento. Olimpio de Las Celdas, nombrado en el segundo apotegma, es sin duda un personaje diferente” (Sentences, p. 217).

[10] “Fue el segundo sucesor de san Pacomio al frente de sus comunidades. Gracias a los dos extractos de sus catequesis introducidas aquí, la tradición pacomiana está representada en los apotegmas...” (Sentences, p. 218).