Inicio » Content » JUAN CASIANO: “CONFERENCIAS” (Conferencia II, capítulos 3-8)

Capítulo 3. Sobre el error de Saúl y Achab, cómo se equivocaron por la falta de discernimiento

Mediante el recurso a dos “ejemplos” del AT, se nos muestra el peligro de las decisiones tomadas sin discernimiento. Más exactamente, se nos enseña qué gran peligro es tomar una decisión que elimina la aceptación de la voluntad del Señor.

 

El ejemplo de Saúl

3.1. “En consecuencia, porque no poseía este ojo del discernimiento, aquel que había sido elegido, por el juicio de Dios, el primero en el reino de Israel, como oscurecido en todo el cuerpo, fue privado de este mismo reino. Mientras estaba confundido por las tinieblas y por la carencia de dicha lámpara, juzgó más aceptable para Dios sus sacrificios que la obediencia a la orden de Samuel, y de aquella parte de la que más esperaba para sí mismo los favores de la divina majestad, obtuvo, en cambio, la causa de una ofensa mayor (cf. 1 S 15).

 

El falso enternecimiento de Achab

3.2. La ignorancia de este discernimiento, digo, impelió a Achab, rey de Israel, después de aquel triunfo por una muy sublime victoria, que le había sido concedida por el favor de Dios, a creer que era mejor su misericordia que la ejecución del severísimo precepto divino y que, en cierto modo, le parecía un mandato cruel. Enternecido por esta consideración, mientras prefirió atemperar con la clemencia su cruenta victoria, por una misericordia sin discernimiento, como si hubiera devenido tenebroso en todo su cuerpo, fue irrevocablemente condenado a la muerte (cf. 1 R 20)”.

 

Capítulo 4. Lo que se refiere sobre el bien del discernimiento en las santas Escrituras

La descripción-definición del discernimiento se nos ofrece mediante varias imágenes bíblicas. Ya se lo ha llamado lámpara, ahora se añaden las siguientes: sol, timón, consejo. La primera es paulina, las siguientes están tomadas de los textos sapienciales, más específicamente del libro de los Proverbios, en su versión griega.

El discernimiento es asimismo la virtud que pone en marcha, por así decirlo, la sabiduría, el conocimiento y el entendimiento, de nuevo según el libro de los Proverbios. Ella es asimismo comparada con un alimento sólido y con una espada de doble filo, de acuerdo a lo que enseña la Carta a los Hebreos. Hay que notar, en esta sección, que el inicio y la conclusión son paulinos, en un sentido amplio; en tanto, que al interior del discurso las referencias son del AT, sapienciales todas ellas.

En la conclusión, san Antonio declara solemnemente que es imposible la práctica de las virtudes sin el discernimiento.

 

Sol, timón y consejo

4.1. “Este es el discernimiento: no es solo lámpara del cuerpo, sino también sol, conforme lo llama el Apóstol, según lo que está escrito: ‘Que el sol no se ponga sobre la ira de ustedes’ (Ef 4,26). También se dice que es el timón de nuestra vida: ‘Quienes no tienen timón[1], caen como las hojas’ (Pr 11,14 LXX). Con mucha razón es llamado consejo, sin el cual, por la autoridad de la Escritura, no se nos permite hacer absolutamente nada, tanto así que ni se nos deja tomar el vino espiritual “que alegra el corazón del hombre” (Sal 103 [104],15), sin consejo, sobre el que se dice: ‘Haz todo con consejo[2], con consejo bebe el vino’ (Pr 31,4 LXX); y de nuevo: ‘Como la ciudad destruida y no amurallada, así es el hombre que hace algo sin consejo’ (Pr 25,28 LXX).

 

En el discernimiento residen la sabiduría, el conocimiento y el entendimiento

4.2. Cuán perniciosa sea para el monje su privación, lo declara el ejemplo y figura de este testimonio que lo compara a una ciudad destruida y sin muros. En el discernimiento reside la sabiduría, el conocimiento y el entendimiento. Sin los cuales no se puede edificar nuestra morada interior ni se pueden reunir las riquezas espirituales, según aquello: ‘Con la sabiduría se edifica la casa y con la inteligencia de nuevo se erige, y con el entendimiento se llenan todas las despensas con riquezas preciosas y buenas’ (Pr 24,3-4 LXX)[3].

 

Alimento sólido y espada de dos filos

4.3. Este, digo yo, es el alimento sólido, que no puede ser tomado sino solo por quien es perfecto y fuerte, según aquello: ‘El alimento sólido es para los perfectos, para quienes tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal’ (Hb 5,14)[4]. Que este [alimento] nos sea útil y necesario está, en tanto, comprobado, de forma que también se le compara a la palabra de Dios y a sus virtualidades, según aquello: ‘La palabra de Dios es viva y eficaz y más penetrante que cualquier espada de doble filo, y llega hasta la división entre alma y espíritu, a la juntura y a la médula, y discierne los pensamientos e intenciones del corazón’ (Hb 4,12)[5].

4.4. Estas palabras declaran muy manifiestamente que ninguna virtud puede ser practicada o permanecer de una forma perfecta sin la gracia del discernimiento”[6].

 

Resumen de las enseñanzas de abba Antonio

4.4a. Y así, conforme a las palabras de Antonio al igual que de muchos otros, el discernimiento es definido como el que conduce al intrépido monje, con paso firme, hacia Dios, y conserva íntegras las predichas virtudes, con las que es posible subir, con menor fatiga, a las excelsas cumbres de la perfección; y sin el discernimiento muchos, incluso esforzándose, dirigiéndose en esa dirección, no pudieron alcanzar el culmen de la perfección. El discernimiento, en efecto, es la madre y la moderadora de todas las virtudes».

 

Capítulo 5. Sobre la muerte del anciano Herón

El entero capítulo está dedicado al caso de un monje que terminó en un cuasi suicidio por haberse apartado de quienes podían ofrecerle aquello de lo que carecía: el discernimiento. Es el primero de los cuatro ejemplos nefastos que abba Moisés había prometido presentar.

 

Primer ejemplo de la falta de discernimiento

5.1. «Y como lo habíamos prometido, para que esta misma definición establecida desde antiguo por el bienaventurado Antonio y por otros padres sea confirmada por un ejemplo reciente, recuerden lo que ustedes vieron con sus propios ojos, esto es, que hace pocos días el anciano Herón se arrojó desde las alturas hacia abajo por una ilusión del diablo[7]. Recordamos que vivió cincuenta años en este desierto, que mantuvo una rigurosa abstinencia con extraordinaria estrictez, y buscó con un fervor admirable lo profundo del desierto, más que ningún otro de los que viven aquí.

5.2. Después de tan grandes trabajos, ¿cómo y por qué fue engañado por el tentador y cayó muy malamente, causando un luctuoso dolor a quienes habitan en este desierto? ¿No fue acaso que era muy pequeña su virtud del discernimiento y prefirió gobernarse a su modo antes que obedecer a los consejos y enseñanzas[8] de los hermanos y a las instituciones de nuestros mayores? De modo que el gran rigor que siempre practicó con inflexible abstinencia en su ayuno, y su constante búsqueda de las soledades del desierto y de su celda, fue tal que incluso en la celebración del día de Pascua nunca fue a compartir una comida con los hermanos.

5.3. En dicha ocasión, cuando todos los hermanos se reúnen en la iglesia para la solemnidad anual, solo él no se les unía, pues le parecía que la colación, aunque parca, de unas pocas legumbres relajaba su propósito. Engañado por esta presunción, recibió con suma veneración al ángel de Satanás como si fuera el ángel de la luz, y obediente a sus mandatos, como un esclavo sumiso, se arrojó dentro de un pozo cuya profundidad no podía ser percibida por el ojo humano, sin dudar por cierto de la promesa del ángel, que le había asegurado que por el mérito de sus virtudes y trabajos no correría ningún peligro.

5.4. Y así, para mostrar su confianza de forma evidente en esa situación, por medio de una experiencia de la que sería salvado, aquel iluso se arrojó en el mencionado pozo en el medio de la noche, para probar sin duda el gran mérito de su virtud, cuando saliera ileso. En cambio, cuando fue sacado, con gran esfuerzo, por sus hermanos, ya casi exánime, al tercer día su vida terminó. Pero lo que es peor, permaneció tan obstinado en su ilusión que no pudo ser persuadido, ni siquiera cuando sin duda debía experimentar su muerte, que había sido engañado por la astucia de los demonios.

5.5. A causa de los méritos de tantos trabajos y por los numerosos años que permaneció en el desierto, y por la gran conmiseración y humanidad de quienes se compadecían por él, fue posible, con esfuerzo, obtener del presbítero abba Pafnucio, que no fuera contado entre los suicidas y juzgado también indigno de la memoria y de la oblación por cuantos han dejado de vivir».

 

Capítulo 6. Sobre la ruina de dos hermanos por falta de discernimiento

El segundo ejemplo es solo a medias negativo. Nos enseña que es posible volver a ejercer el discernimiento, reconocer la equivocación cometida al actuar sin practicarlo. Pero también muestra la otra faceta, semejante a la del primer paradigma: la cerrazón absoluta ante el actuar divino en nuestras vidas. El discernimiento supone ambos movimientos: reconocer el error y no cerrarse ante las sorpresas que el Señor nos presenta.

 

Segundo ejemplo: es posible recuperar el discernimiento, después de haberlo abandonado, o continuar rechazándolo

6.1. «¿Qué decir sobre aquellos dos hermanos que, viviendo más allá del desierto de la Tebaida, donde en un tiempo habitaba el beato Antonio, adentrándose incautamente en la vastedad del desierto, movidos por su falta de discernimiento, decidieron no tomar absolutamente ningún alimento, a no ser aquel que el Señor mismo les hubiera dado?

6.2. Y cuando los Macizes[9] -que es un pueblo más inhumano y cruel que todas las otras naciones salvajes, instigado a la efusión de sangre, como sucede en otros pueblos, solo por la ferocidad del temperamento más que por el deseo de la presa-, vieron de lejos que erraban por el desierto ya desfallecientes por el hambre, contra la ferocidad de su naturaleza, fueron a su encuentro con panes. Uno de ellos, con la ayuda del discernimiento, los aceptó con alegría y acción de gracias como si fueran enviados por el Señor, pensando que el alimento le era suministrado por la divinidad y que, sin la intervención de Dios, estos que siempre se alegran por la sangre humana derramada, ahora dieran una sustancia de vida a dos personas desfallecientes y consumidas. En cambio, el otro rechazando el alimento que le era ofrecido por un hombre, fue consumido por la falta de comida.

6.3. Aunque los dos al inicio habían condescendido a una reprensible persuasión, sin embargo, uno, al venirle el discernimiento, enmendó lo que había concebido de forma temeraria e incauta; pero el otro, permaneciendo en la necia presunción e ignaro por completo del discernimiento, se procuró a sí mismo la muerte que el Señor quiso evitarle, pues no creyó en el hecho que crueles bárbaros, por divina inspiración, olvidaran su propia ferocidad y le ofrecieran panes en vez de la espada[10]».

 

Capítulo 7. Sobre la ilusión en que cayó otro [hermano] por falta de discernimiento

“El tercer ejemplo señala la ausencia de discernimiento en la interpretación del Primer Testamento. El personaje anónimo demuestra no conocer la exégesis correcta de este texto de las Escrituras, que siempre deben ser leídos como prefiguraciones tipológicas de los relatos evangélicos”[11].

 

Tercer ejemplo: engañado completamente por el demonio

7.1. «¿Y qué decir sobre aquel, cuyo nombre no quiero mencionar porque todavía está vivo, que recibió por largo tiempo a un demonio como un ángel de luz, fue engañado a menudo por sus innumerables revelaciones y creyó que era un mensajero de la justicia? Cuando recibía estas cosas, también cada noche su luz hacía las veces de lámpara en su celda. Al extremo que le fue ordenado por el demonio de ofrecer a Dios su hijo, que vivía con él en el monasterio, de forma que con este sacrificio fuera equiparado a los méritos del patriarca Abraham (cf. Gn 22,1 ss.)[12].

7.2. Tan persuadido estaba de la seducción, que hubiera realizado el parricidio, si no fuera que el joven al verlo preparar el cuchillo, afilándolo con tanto cuidado, y buscar cuerdas para atarlo, disponiéndolo como ofrenda, aterrado por el presagio del inminente crimen, no se hubiera escapado».

 

Capítulo 8. Sobre la caída y el engaño de un monje de Mesopotamia

Este último ejemplo demuestra que la reclusión absoluta, unida a una estricta ascesis, no es por sí misma garantía de fidelidad a la voluntad del Señor. Es más, puede convertirse en su opuesto: el abandono de la fe en Jesucristo. Este ejemplo, como el anterior, manifiestan las dificultades de lectura e interpretación del AT en los primeros siglos. Como así también las polémicas suscitadas con el judaísmo en torno a este tema.

 

Cuarto ejemplo: falsas visiones

8.1. «Sería largo narrar el error de aquel monje de la Mesopotamia, que mantenía una continencia que pocos podían imitar en aquella provincia. Recluso[13] en una celda por muchos años, al final engañado por revelaciones y sueños diabólicos, después de haber superado con tantos trabajos [ascéticos] y virtudes a todos los monjes allí residentes, se volvió por un miserable error hacia el judaísmo y la circuncisión de la carne.

8.2. Porque cuando el diablo quiso engañarlo con una visión del futuro por medio de las consuetudinarias visiones, le reveló durante mucho tiempo, como si fuera un mensajero de la verdad, realidades muy verdaderas. Al final, le mostró el pueblo cristiano que unido con los guías de nuestra fe, es decir, con los Apóstoles y los mártires, era todo tenebroso y tétrico, macilento, corrompido y deforme; y, por el contrario, el pueblo de los judíos, con Moisés, los patriarcas y los profetas, danzaba con alegría y resplandecía con una luz muy espléndida, para persuadirlo de que si quisiera participar de los méritos y bienaventuranzas de aquellos debía apresurarse a recibir la circuncisión.

 

Conclusión a la luz de los ejemplos presentados

8.2a. Ninguno de estos se habría dejado engañar tan lúgubremente si se hubiera esforzado en seguir el método[14] del discernimiento. Los casos y experiencias de muchos demuestran qué pernicioso resulta no tener la gracia del discernimiento[15]».

 


[1] En griego kybernesis (conducción con el timón, capacidad de gobierno, o simplemente: gobierno).

[2] El término griego boyles, puede traducirse por: voluntad, designio, determinación, decisión, o consejo, que me parece la traducción más adecuada en este contexto. Cf. RB 3,13.

[3] Otra traducción de este texto: “Con sabiduría se construye una casa y con comprensión se endereza; con percepción se llenan graneros de toda riqueza costosa y hermosa” (trad. en: La Biblia griega Septuaginta. Natalio Fernández Marcos - María Victoria Spottorno Díaz-Caro [Coordinadores], Salamanca, Eds. Sígueme, 2013, p. 330 [Biblioteca de Estudios Bíblicos, 127]).

[4] Cf. Orígenes, Homilías sobre el Levítico, XVI,5; SCh 287, pp. 280-283: “El alma que germina por la palabra de Dios y es regada por la lluvia celestial, produce el fruto hasta la cosecha; es necesario que en la cosecha misma lo que produce sea purificado en el aire. Es decir, que los pensamientos que genera el alma los profiera hacia fuera, y lo que piensa lo confronte ya sea con otros doctores, ya sea también consigo misma, ya sea con los volúmenes divinos; para que, si en ellos hay algo vano y superfluo, si hubiera algo semejante a la paja o a la punta de la espiga, lo aviente en ella con el soplo del discernimiento (cf. Hb 5,14)”.

[5] Cf. Orígenes, Homilías sobre el libro de los Números, XXVII,12.4; SCh 461, p. 324: «“Se llega a Remmón Phares” (cf. Nm 33,19), que en nuestra lengua se dice corte elevado, esto es, donde se hace la separación y el discernimiento de las cosas celestiales respecto de las terrenas y bajas. Así, con el crecimiento intelectual, se le concede al alma el conocimiento de las realidades excelsas y se le da el juicio, por el que pueda separar las cosas eternas de las temporales, y las caducas de las perennes».

[6] Aquí termina la intervención de Antonio sobre el discernimiento. Cf. Conversazioni, p. 202, nota 4.

[7] Cf. HL capítulo 26; ed. cit., pp. 138-141. Comparto la anotación de Bartelink: “no es seguro que sea el mismo Herón del que habla Casiano” (p. 353). Ver Conversazioni, p. 203, nota 5.

[8] El texto latino dice: conlationibus, es decir, a las conversaciones o conferencias por medio de las que se transmiten las enseñanzas.

[9] Los Mazices eran bereberes del norte de África que aparecen en fuentes griegas y latinas clásicas y tardías.

[10] El Prof. Alciati hace notar que un hecho semejante es relatado en las Instituciones: “… Insertamos, dice Casiano, en este opúsculo un hecho memorable que realizaron unos niños en cuanto a la edad, no en cuanto a la reflexión. Unos higos extraordinarios, como no se habían visto nunca anteriormente en este lugar, habían sido traídos de Mareotis de Libia al abba Juan, ecónomo en el desierto de Escete, a quien el bienaventurado sacerdote Pafnucio había confiado la administración de la misma iglesia. Éste los mandó en seguida, por medio de dos jóvenes adolescentes a un anciano que sufría de mala salud en el desierto y que vivía alrededor de dieciocho millas lejos de la iglesia [unos 25 kms.]. Cuando los jóvenes adolescentes se dirigían, con la fruta que les habían encomendado, hacia la celda del anciano, bajó de repente una niebla densísima y perdieron el sendero del recto camino, lo que también a los ancianos suele suceder muy fácilmente en esta región. Andando de aquí para allá todo el día y toda la noche, por la inmensa soledad del desierto, no pudieron encontrar la celda del enfermo. Agotados tanto por el cansancio del camino como por la falta de comida y bebida, entregaron su espíritu al Señor, de rodillas, durante el oficio de la oración” (Inst. V,40,1-2). Sin embargo, hay que advertir dos hechos notables en el relato: los jóvenes son enviados, es decir, cumplen un mandato, no van por iniciativa propia; y se pierden sin que nadie aparezca para auxiliarlos. Cf. Conversazioni, pp. 208-210, nota 12.

[11] Conversazioni, p. 210, nota 12. Cf. Orígenes, Homilías sobre el Génesis, VIII,10.2; SCh 7bis, p. 232: «Para quienes saben escuchar estas cosas se abre con toda claridad el camino de la comprensión espiritual; puesto que todas las acciones realizadas desembocan en la visión… Para que también tú veas en espíritu estas cosas que se escribieron; y, como en Dios nada es corpóreo, así también tú nada corpóreo percibas en estas cosas, sino que tú engendres en el espíritu al hijo Isaac, cuando empieces a tener “el fruto del espíritu: la alegría, la paz” (cf. Ga 5,22)».

[12] Cf. Inst. IV,27.4 y 28, donde se presenta el caso contrario: el padre que obra por obediencia, imitando así rectamente a Abraham.

[13] El texto latino dice: “singulariter… retrusus exegerat” (encerrado escondido solo).

[14] U el orden o disposición (ratio).

[15] “Este extenso discurso de abba Moisés muestra claramente el modus dicendi [la forma de exponer un tema] de Casiano: 1) enunciado del principio general; 2) serie de testimonios; 3) casuística. En el cap. 2.3, se ofrece el principio general (por medio del gran abad Antonio); siguen luego una serie de pasajes bíblicos de ambos Testamentos con claras referencias al discernimiento; finalmente, se enumeran una serie de ejemplos que apuntan a mostrar la veracidad del principio general y, sobre todo, qué variadas pueden ser las situaciones ruinosas en las que puede caer aquel que no se atiene (o no conoce) a aquel principio. Cada una de las Conferencias, en general, sigue este procedimiento, revelándose como un modelo casi lógico que conduce, gracias a las intervenciones simultáneas de los oyentes, a la determinación de la verdad. Del enunciado del principio se pasa a su demostración y, como es de esperar, a la asimilación por parte del lector” (Conversazioni, pp. 212-213, nota 17).