Inicio » Content » “DE GRAMMATICA, FACTA THEOLOGA”: SANTA GERTRUDIS, UNA MÍSTICA DOGMÁTICA (II)

Santa Gertrudis, anónimo, óleo sobre tela, siglo XVIII, Centro I. Fabela, México.

Ana Laura Forastieri, OCSO[1]

4. Doctrina eminente: una mística dogmática, eclesial y esponsal

El rasgo objetivo de la misión particular[2], según von Balthasar, se refiere al mensaje transmitido: éste hace al núcleo de la Revelación y muestra aspectos aún latentes de la profundidad del misterio, con un alcance universal:

“Esos santos son más bien una nueva exposición de la revelación, un enriquecimiento de la doctrina en torno a rasgos poco observados hasta ahora. Aun cuando ellos mismos no fueran teólogos o sabios, su existencia como totalidad, es un fenómeno teológico que encierra en sí una doctrina viva, fecunda y adaptada a la época, doctrina regalada por el Espíritu Santo”[3].

Los criterios establecidos por el Magisterio para determinar la doctrina eminente se refieren tanto al contenido y a las fuentes del mensaje transmitido, como también a su originalidad, universalidad y actualidad. En cuanto al contenido, la doctrina propuesta debe referirse al núcleo de la revelación; en cuanto a las fuentes, debe situarse en continuidad con la revelación, la tradición y el Magisterio de la Iglesia; la originalidad implica un progreso en la comprensión de las verdades de la fe, o la proposición de una vía inédita o peculiar para la profundización del misterio. La universalidad hace a la difusión de esta doctrina en tiempos, lugares y culturas; y la actualidad, a su vigencia y pertinencia para la Iglesia de hoy, como también a su capacidad de iluminar nuevas perspectivas de vida y doctrina para el futuro.

 

4.1. Su mensaje hace al núcleo de la Revelación: el misterium pietatis

Por lo que compete al aspecto objetivo de su misión particular, el contenido del mensaje de santa Gertrudis hace al núcleo de la revelación bíblica: se refiere al Misterium Pietatis: el misterio de la condescendencia de Dios con los hombres revelada en el Verbo Encarnado. El misterio de la divina piedad es el mensaje que su Heraldo (el Legatus Divinae Pietatis) debe comunicar al mundo. Gertrudis ilumina nuevas consecuencias de este Misterio, por ejemplo, en relación con: la devoción al Corazón de Jesús como fuente de ese amor infinito; la doctrina de la suppletio -es decir, el modo como la Humanidad del Hijo de Dios, suple nuestras deficiencias ante el Padre-; la cooperatio o sinergia entre gracia y naturaleza; la participación real en los misterios de la fe por medio de la Liturgia; la comunicación de méritos entre la Iglesia peregrina, purgante y triunfante, etc.

 

4.2. Fuentes: continuidad con la Revelación, la Liturgia y la Tradición

En cuanto a las fuentes, su doctrina mana de Revelación bíblica, la tradición patrística y la liturgia de la Iglesia, asimiladas y reelaboradas en su experiencia personal. La reminiscencia de la Sagrada Escritura es un recurso constante en su obra, le provee la estructura y las imágenes de su pensamiento. Otra fuente principal es la liturgia: sus visiones y oraciones están tejidas de fórmulas litúrgicas; los elementos del culto -incienso, cáliz, relicario, ostensorio, patena, cítara- aparecen en sus visiones. Gertrudis se siente libre de citar a su manera, desde la memoria del corazón, acomodando y componiendo una síntesis propia que demuestra la rumia y asimilación profunda de ambas fuentes.

Entre las fuentes patrísticas encontramos principalmente a san Agustín, Gregorio Magno y Bernardo de Claraval. También la Regla de san Benito, Beda el Venerable, Jerónimo, León Magno, Hugo y Ricardo de San Víctor, Guillermo de Saint Thierry y otros padres cistercienses.

Franciscanos y dominicos, en contacto con las monjas de Helfta despertaron su interés por los grandes teólogos de su época: Tomás de Aquino, Buenaventura y Alberto Magno. Los temas acuciantes y tendencias de la teología de su tiempo aparecen como telón de fondo de muchas visiones o situaciones, a las que Gertrudis aporta la solución que recibe por inspiración del Señor, sin temor de apartarse de las opiniones vigentes.

 

4.3. Originalidad: su propia experiencia espiritual

La originalidad de la doctrina gertrudiana radica en la reelaboración personal de estas fuentes a partir de su experiencia espiritual. Esta se expresa en forma de oraciones -fundamentalmente en los Ejercicios- y de visiones o revelaciones -en el Legatus-, en un lenguaje prevalentemente simbólico y evocativo, rico en imágenes y metáforas de fuerte resonancia afectiva. Apela a los sentidos corporales, al lenguaje de las emociones humanas, para expresar diversos aspectos del anhelo y la percepción de la presencia divina en su interior. Prevalece la simbólica y el campo semántico del deseo y de la intimidad conyugal. El ámbito simbólico de la experiencia es el corazón, lugar la resonancia de la Palabra, de la memoria Dei, sede del affectus, de la devoción, de la intimidad y comunión con el Señor.

Al mismo tiempo, sus oraciones y visiones revelan gran precisión teológica y penetración en el misterio. En ella se encuentran unidos vitalmente el affectus y la inteligentia fidei. Este espesor teológico permite calificar su experiencia como la de una mística dogmática, eclesial y esponsal.

 

4.3.1. Una mística dogmática

Su experiencia tiene lugar principalmente en el marco de la liturgia o dentro de su inspiración. Por su arraigo en la liturgia, su vida mística está profundamente cimentada en el dogma y en la revelación y constituye una expresión cabal del principio: lex orandi, lex credendi. Sus visiones son explicación y desarrollo del misterio celebrado; orquestan el contenido objetivo de la revelación en una presentación plástica, que permite captar aspectos del dogma con mayor profundidad y riqueza de matices. Gertrudis extrae de su experiencia mística un conocimiento dogmático vivo. Lejos de centrarse en los estados subjetivos del alma, sus gracias internas se encuentran siempre al servicio del acontecimiento único de la revelación. Casi nunca hace una descripción psicológica de sus estados místicos, ni se preocupa en distinguir grados y matices. Por el contrario, busca de referir lo que ha podido reflejarse de aquellas gracias en su imaginación o en su entendimiento discursivo, describiendo las imágenes que se le presentan y deduciendo de ellas enseñanzas y directivas para provecho de los demás.

Su experiencia constituye una mística dogmática al servicio de un mensaje que debe transmitir. En un lenguaje concreto y relacional, afectivo e imaginativo, Gertrudis comunica un verdadero conocimiento místico dogmático, una consistente experiencia teológica, que tiene pleno valor para la teología, en cuanto ciencia al servicio de la inteligencia de la fe.

 

4.3.2. Una mística eclesial

La experiencia espiritual de Gertrudis es plenamente eclesial y apostólica. Vive su servicio litúrgico in persona Ecclesia (L. IV,14), y recibe sus gracias místicas para el bien de todo el Cuerpo de Cristo. De la lex orandi se deriva para ella un sentire cum Ecclesia, que la hace vibrar con todos los miembros de la Iglesia, terrestre, purgante y triunfante y ejercer con ellos una intercesión unida a la unica mediación de Cristo. De su vida mística litúrgica se deriva un celo apostólico que la vuelca enteramente en el servicio espiritual del prójimo cercano y lejano, por medio del consejo y la oración.

Su experiencia no le pertenece, le es expropiada, pertenece a aquéllos a favor de quienes tiene sus revelaciones y esto hace al núcleo de su misión teológica. Dice su biógrafa:

“La humildad la hacía considerarse totalmente indigna de los dones recibidos: le parecía imposible que fuese debido a sus méritos el recibirlos; se consideraba canal por el que los secretos designios de Dios hacían pasar la gracia a sus elegidos, ya que le parecía ser totalmente indigna y que recibía indigna e infructuosamente los dones de Dios, tanto grandes como pequeños, salvo su esfuerzo, en escritos o en palabras, para hacerlos útiles al prójimo. Y esto lo hacía por la fidelidad hacia Dios [...]” (L. I, 11.1).

Su experiencia pertenece también a su comunidad, que puede apropiarse y disponer de ella. En este sentido debe entenderse el carácter colectivo de la obra de recopilación de su vida, el Legatus divinae pietatis. El hecho de que Gertrudis no lo hubiera escrito totalmente de su mano, no menoscaba en nada su autoría, sino que tiende a subrayar la función eclesial de su vida mística.

 

4.3.3. Una mística esponsal

El símbolo esponsal es omnipresente en la obra gertrudiana y estructura toda su doctrina, muy en consonancia con la tradición patrística. Gertrudis se ubica histórica y geográficamente el punto de inflexión entre dos corrientes características de interpretación de la experiencia mística: la mística esponsal y la mística de la esencia. Por su pertenencia al movimiento cisterciense, ella se integra plenamente en la tradición monástica anterior, que privilegia la mística esponsal. Sin embargo, es también contemporánea al surgimiento de las tendencias renanas que culminarán en la mística de la esencia; incluso convive Matilde de Magdeburgo, una de sus precursoras. Pero Gertrudis se mantiene lúcidamente al margen de las nuevas corrientes puramente especulativas que parecen querer prescindir de la Humanidad mediadora de Cristo para acceder a la experiencia de Dios. Su espiritualidad, centrada totalmente en el misterio de la Encarnación, constituye una cima de la mística esponsal, con vigencia para todos los tiempos.

Esta perspectiva esponsal, lejos de tener un alcance meramente privado, encierra toda una concepción teológica y eclesiológica: es la clave de lectura del misterio de Dios en sí mismo, de la economía de la encarnación y de la historia de la salvación, basada en la alianza de Dios con su pueblo. Su propia experiencia esponsal es prototípica y por lo tanto, también vivida por Gertrudis en función de la Iglesia y en su nombre, como parte de su misión teológica. Sobre esta perspectiva esponsal dice Von Balthasar:

“La doctrina de la fe se produce siempre en la Iglesia en un diálogo viviente entre el Esposo y la esposa (...). Frente a la Revelación no se da una ‘objetividad’ científica neutral y desinteresada. Solo se da el diálogo personal de Palabra y fe, Cristo e Iglesia, en el misterio del Cantar de los Cantares”[4].

 

5. Conclusión

Retomando ahora la pregunta que nos planteamos al inicio, podemos concluir que santa Gertrudis tiene la talla de una doctora de la Iglesia por la originalidad y precisión teológica de sus visiones, el equilibrio de su doctrina espiritual, su arraigo en la liturgia, la revelación y la tradición, y su hondo sentido eclesial, por el cual pone su doctrina y experiencia al servicio del prójimo, con un excepcional ardor misionero. Su obra refleja una verdadera experiencia teológica, centrada en la objetividad del misterio revelado, que une affectus e intellectus fidei en una síntesis original, y de la que se deriva una doctrina no solo vigente y actual, sino también atractiva para creyentes y no creyentes.

Transitamos un momento histórico de profunda inflexión cultural, caracterizado por la crisis del paradigma de pensamiento lógico-conceptual, el cuál tiende a ser sustituido por una racionalidad simbólico-afectiva, que no es menos racional, sino que lo es de otra manera. Esta diversa racionalidad privilegia la experiencia, con su carácter concreto, su impacto integral en el sujeto y su implicación relacional, como vía de acceso al conocimiento del misterio.

En este contexto, pienso que la recuperación del patrimonio dogmático de las místicas medievales abre un amplio camino a la profundización vital del dogma en la Iglesia. La nueva evangelización reclama la presentación de modelos vivos que muestren unidos dogma y vida, teología y santidad. En este sentido, la presentación autobiográfica y testimonial del dogma que ofrece la obra gertrudiana, resulta de gran actualidad. Todo ello auspicia que su postulación como Doctora de la Iglesia abra nuevas y ricas perspectivas en la tarea evangelizadora.

Ojalá que despierte también en la comunidad teológica un interés por la profundización de su doctrina, que contribuya a ofrecer respuestas, desde la tradición cristiana, a la sed de misterio y de experiencia espiritual de los hombres y mujeres de hoy. Toda una tarea teológica se abre por delante, tendiente a establecer mediaciones hermenéuticas e interdisciplinares que permitan a nuestros contemporáneos el acceso a la riqueza de este patrimonio místico que también les pertenece, desde su bautismo.

 

Para descargar en PDF:

Ana Laura Forastieri, OCSO: “De grammatica facta theologa: Santa Gertrudis, una mística dogmática”.

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[1] La autora es monja del Monasterio Trapense de la Madre de Cristo, Hinojo, Argentina y está encargada de la difusión de la postulación de santa Gertrudis al doctorado de la Iglesia en América Latina.

[2] Ponencia dada en las Vº Jornadas Diálogos: Literatura, Estética y Teología: “La libertad del Espíritu”, organizadas por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Católica Argentina, Buenos Aires, 17 al 19 de septiembre de 2013.

[3] Ibíd., 21

[4] Von BALTHASAR, Ensayos Teológicos I, 260.