Inicio » Content » “FULGIDA SEMPERQUE TRANQUILA TRINITAS”, INTUICIONES MÍSTICO-TEOLÓGICAS SOBRE LA TRINIDAD EN SANTA GERTRUDIS (I)

Santa Gertrudis, anónimo, óleo sobre tela (70 x 50,5 cm), escuela italiana, siglo XVII.

Francisco Asti[1]

Resumen: La unión con la Santísima Trinidad[2] es la finalidad de las revelaciones de santa Gertrudis, experimentadas en la cotidianidad de la vida litúrgica y sacramental. Las relaciones entre las Personas divinas manifiestan cómo Dios se relaciona con el creyente. Desde este mismo amor, la creatura crece hasta volver nuevamente al seno de la Santísima Trinidad, gracias al sacrificio de Jesucristo y la misión santificadora del Espíritu Santo. Para describir la Trinidad utiliza de manera original términos y adjetivos que evocan la unidad y la Trinidad de las personas divinas, como por ejemplo, “sabia misericordia y misericordiosa sabiduría”. El juego lingüístico permite a la monja experimentar de manera simple la perijóresis divina. La reciprocidad de las Personas divinas se infunde en el corazón de la creatura, para hacerla entrar en su familiaridad y experimentar todo su amor.

Sumario: Introducción; 1. La tranquilidad de ánimo; 2. La tranquilidad de Dios en san Bernardo; 3. Siempre tranquila e inefable Trinidad; 4. De la experiencia mística a la reflexión teológica; 5. Fulgida semperque tranquilla Trinitas; 5.1. Veneración a la siempre tranquila Trinidad; 6. Intuiciones trinitarias; 7. Simbolismo trinitario; Conclusiones.

 

Introducción

Una expresión totalmente inusual caracteriza la experiencia espiritual y la teología de santa Gertrudis: “la fúlgida y siempre tranquila Trinidad”. El adjetivo tranquilo y su correspondiente sustantivo, tranquilidad, tienen un significado fuertemente filosófico. Cicerón y Séneca los han usado para indicar un camino interior del hombre, que, superadas las dificultades y el dolor, encuentra su calma en una mente liberada y exonerada de toda preocupación. La tranquilidad de ánimo traduce el deseo del hombre de aspirar a la felicidad, aquella puramente humana que deja un sentido de paz y de bienestar, cuando el hombre mismo se vuelve plenamente consciente de su vida, en todos los aspectos. Poseer la propia vida y orientarla al bien representan el propósito del filósofo estoico.

Estas palabras, que determinan el sentido filosófico, son usadas posteriormente por los monjes para indicar, no sólo el estado de ánimo del creyente que se relaciona con Dios en la contemplación, sino también la realidad íntima del Dios Trinidad. San Bernardo habla de un Dios tranquilo, que lo pacifica todo. Santa Matilde de Helfta describe la Trinidad con adjetivos como inefable, luminosa y siempre tranquila. Mientras Bernardo da una orientación interpretativa de tipo místico a la palabra tranquilidad, Matilde ofrece un sentido ulterior, el escatológico. La Trinidad en sí misma es tranquila porque se refiere a las relaciones entre las Personas divinas. Gertrudis sigue ambas interpretaciones, por las cuáles se adentra en la relación intra-trinitaria, para después iluminar su experiencia mística.

A partir de su vivencia interior podemos delinear las líneas teológicas, confrontando el segundo libro con los otros tres de las Revelaciones. De esta comparación se puede extraer la originalidad de la visión teológica de santa Gertrudis, que intenta, siguiendo la voluntad de Dios, dejar a sus lectores un testimonio imitable de cómo vivir la íntima unión con la Santísima Trinidad. Ofreceremos las intuiciones trinitarias que son propias del mundo monástico benedictino, pero vividas y descritas por la sensibilidad de una mujer de inteligencia excepcional. Gertrudis, de la profundidad de su conciencia, hace emerger el encuentro con la Santísima Trinidad, expresado a través del uso de símbolos. La finalidad de sus revelaciones es precisamente la de hacer experimentar la unión con la Trinidad. Gustando el amor que circula en el seno de la Trinidad, el creyente se comprenderá cada vez más a sí mismo, al mundo y a los otros. El conocimiento experimental de Dios producirá una adhesión nueva y más profunda a la realidad en la que el creyente vive.

 

1. Tranquilidad de ánimo

¿Qué es la felicidad y cómo lograrla? Preguntas que cuestionan el espíritu humano y que lo mueven a una búsqueda continua en la profundidad de su propia existencia. Cicerón en el De finibus bonorum et malorum, vuelve sobe la lección de Demócrito de Abdera, queriendo comprender el valor de la euthymia, como vía para obtener la felicidad. Propone dos términos relacionados: securitas y tranquilitas; intentando traducir así, para el lector latino, la riqueza del proceso de asimilación del propio mundo interior, que acontece cuando el hombre, alejándose de las preocupaciones del mundo, reencuentra la paz profunda, aquella tranquilidad propia de un día de sol o de una travesía marítima con bonanza, que da serenidad al corazón y a la mente[3]. Las imágenes que evoca Cicerón con la palabra securitas se contraponen al duro trabajo de la ataraxia o de la apatheia, en los cuales el desapego parece obtenerse con un acto de erradicación de todo lo que habita en el corazón del hombre. La felicidad se obtiene cuando se está satisfecho de la propia vida porque se ha alcanzado el fin, aquel de obrar el bien y de alejarse del mal. La reflexión de Cicerón mueve a considerar la tranquilidad de ánimo como una forma de renovado equilibrio, no turbado por supersticiones y movimientos de rebelión.

También Séneca, por su parte, vuelve sobre la cuestión de la felicidad a alcanzar, como stabilem sedem, es decir, aquella tranquilidad que Demócrito y sus coterráneos describen como un “buen ánimo” El filósofo latino pretende intencionalmente traducir el termino griego con el de tranquilitas, sin hacer una transliteración, sino volviendo a expresar toda la eficacia del concepto clásico con los matices que evoca la palabra latina[4]. La estabilidad es una búsqueda de armonía consigo mismo sin caer en dos extremos que se oponen entre sí: la exaltación y la depresión. El equilibrio entre estos opuestos es la vía justa para ser feliz, porque pone al hombre en una condición de tranquilidad.

El equilibrio es, por lo tanto, una estabilidad global del ser humano. Podríamos decir: es la búsqueda de una forma proporcional entre distintas realidades que deben ser puestas en equilibrio. Es preciso establecer armonía entre lo público y lo privado, entre los pesares y las alegrías, entre la caducidad del propio cuerpo y la belleza de las estatuas clásicas. Ésta será la búsqueda de una perfecta proporción, la misma que, siglos después, Francisco de Sales en su Filotea propondrá a todos los que quieren seguir las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Las expresiones: estabilidad, equilibrio y proporción, rigen la interioridad del hombre y su condición social[5]. Por ejemplo, para el obispo ginebrino la devoción, es decir la santidad de vida, la perfección cristiana “debe ser proporcionada a las fuerzas a las ocupaciones y a los deberes de cada uno”[6].

La felicidad a alcanzar consiste en una proporcionalidad, un poner en estabilidad los movimientos interiores, condiciones externas, el propio empeño en el mundo civil y familiar. También el padre jesuita J. Surin, en su Guía Espiritual afirma que la felicidad del hombre consiste en la obtención de la santidad/perfección como reorientación de todas las fuerzas interiores del hombre hacia un único horizonte, el divino. “El corazón humano tiene tres instintos fundamentales que lo llevan a buscar las cosas que lo satisfacen más plenamente. El primero es el instinto de grandeza, el segundo el de goce, el tercero el de poseer los bienes más preciados”[7]. El equilibrio de estas fuerzas interiores instintivas conduce al hombre a encontrarse a sí mismo en relación con los otros. El precio consiste precisamente en un trabajo de introspección y de reconocimiento de lo que lo limita en la búsqueda de la felicidad propia y de los otros.

Continuará

 


[1] Francisco Asti es sacerdote, Profesor ordinario de Teología y Decano de la Pontificia Facultad de Teología de la Italia Septertrnnoal Santo Tomás, Consultor teólogo de la Congregación para las Causas de los Santos y Párroco del Santísimo Redentor, en Nápoles.

[2] Continuamos publicando aquí la traducción íntegra de las actas del Congreso: “SANTA GERTRUDE LA GRANDE, “DE GRAMMATICA FACTA THEOLOGA”. Atti del Convegno organizzato da Istituto Monastico della Facoltà di Teologia Pontificio Ateneo Sant’Anselmo, Roma, 13-15 aprile 2018. A cura di Bernard Sawicki, O.S.B., Ruberval Monteiro, O.S.B., ROMA 2019”, Studia Anselmiana 178, Pontificio Ateneo S. Anselmo, Roma 2019. Agradecemos el permiso de Studia Anselmiana. Tradujo la hna. Ana Laura Forastieri, OCSO. Cfr. el programa del Congreso en: http://surco.org/content/congreso-santa-gertrudis-grande-grammatica-facta-theologa

[3] Marco Tulio CICERÓN, De finibus bonorum et malorum, L. V,8,23, Signorelli, Roma 1961-1962: “Democriti autem securitas, quae est animi tamquam tranquillitas, quam appellant euthymian, eo separanda fuit ab hac disputatione, quia [ista animi tranquillitas] ea ipsa est beata vita; quaerimus autem, non quae sit, sed unde si”».

[4] Lucio Anneo SÉNECA, Ad Serenum de tranquillitate animi, II,3-4, Biblioteca Universale Rizzoli, Milano 2000: “Hanc stabilem animi sedem Graeci euthymian vocant, de qua Democriti volumen egregium est, ego tranquillitatem voco: nec enim imitari et transferre verba ad illorum formam necesse est; res ipsa de qua agitur aliquo signanda nomine est, quod appellationis graecae vim debet habere, non faciem”.

[5] Francesco de SALES, Filotea. Introduzione alla vita devota, Edizioni paoline, Milano 1984. 

[6] Ibidem 27.

[7] J. J. SURIN, Guida spirituale, Edizioni Paoline, Cinisello Balsamo (MI) 1988, p. 69.