Inicio » Content » DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

 

«El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”.
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; éste no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos» (Jn, 20,1-9).
 
 
 
«El reino de la vida ha llegado, el poder de la muerte ha sido derrotado. Ha aparecido un nuevo nacimiento, una nueva vida, otra manera de ser, una transformación de nuestra misma naturaleza. Este nacimiento no se debe ni al deseo del hombre, ni al deseo de la carne, sino a Dios (Jn 1,13). ¿Cómo? Te lo voy a mostrar lo más claramente posible. Este nuevo germen de vida va en el interior de la fe; sale a la luz por el nuevo nacimiento del bautismo; su nodriza es la Iglesia que lo amamanta con su enseñanza; su alimento, es el pan de lo alto; la madurez de su edad es una conducta perfecta; su matrimonio es la unión con la sabiduría; sus hijos son la esperanza; su casa, el Reino; su herencia y sus riquezas, las delicias del paraíso; su fin no es la muerte sino la vida eterna en la felicidad preparada para los santos...
 
Este es el día que hizo el Señor (Sal 117,24). Día muy diferente de aquellos del principio, porque en este día Dios hace un cielo nuevo y una tierra nueva, como dice el profeta (cf. Is 65,17). ¿Qué cielo? El firmamento de la fe en Cristo. ¿Qué tierra? El corazón bueno, como dice el Señor, la tierra que hace brotar abundantes mieses. En esta creación, el cielo es la vida pura; los astros son las virtudes; el aire es una conducta limpia; el mar es la rica profundidad de la sabiduría y del conocimiento; la hierba y el follaje es la buena doctrina y las enseñanzas divinas que nutren con sus pastos al rebaño, es decir al pueblo de Dios; los árboles frutales son la práctica de los mandamientos. En este día fue creado el hombre verdadero, el que está hecho a imagen y semejanza de Dios» (san Gregorio de Nisa).