Inicio » Content » DOMINGO 19º DURANTE EL AÑO. Ciclo "B"
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El ángel despierta al profeta Elías

1410-1415

Dieric Bouts el Anciano

Lovaina, Bélgica

 

 

“Están enteramente locos quienes rechazan toda la Economía de Dios, al negar la salvación de la carne y despreciar su nuevo nacimiento, porque dicen que ella no es capaz de ser incorruptible. Pues si ésta no se salva, entonces ni el Señor nos redimió con su sangre, ni el cáliz de la Eucaristía es comunión con su sangre, ni el pan que partimos es comunión con su cuerpo (1 Co 10,16). Porque la sangre no puede provenir sino de las venas y de la carne, y de todo lo que forma la sustancia del hombre, por la cual, habiéndola asumido verdaderamente el Verbo de Dios, nos redimió con su sangre. Como dice el Apóstol: En él tenemos la redención por su sangre y la remisión de los pecados (Col 1,14)...

En consecuencia, si el cáliz mezclado [con el agua] y el pan fabricado reciben la palabra de Dios para convertirse en Eucaristía de la sangre y el cuerpo de Cristo, y por medio de éstos crece y se desarrolla la carne de nuestro ser, ¿cómo puede negarse que la carne sea capaz de recibir el don de Dios que es la vida eterna, ya que se ha nutrido con la sangre y el cuerpo de Cristo, y se ha convertido en miembro suyo? Cuando escribe el Apóstol en su Carta a los Efesios: Somos miembros de su cuerpo (Ef 5,30), de su carne y de sus huesos, no lo dice de algún hombre espiritual e invisible -puesto que un espíritu no tiene carne ni huesos (Lc 24,39)- sino de aquel ser que es verdadero hombre, que está formado por carne, huesos y nervios, el cual se nutre de la sangre del Señor y se desarrolla con el pan de su cuerpo”[1].

 

 


[1] San Ireneo de Lyon, Contra los herejes, V,2,2 y 3 (trad. de Carlos Ignacio González, SJ, en San Ireneo de Lyon. Contra los Herejes. Exposición y refutación de la falsa gnosis, Lima, Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, 2000, pp. 392-393 [Revista Teológica Limense. Vol. 34 – Nº 1/2]). Ireneo fue discípulo de Policarpo, y debe haber nacido entre los años 130-140. Pudo escuchar al gran obispo hasta la edad de quince años. Luego nada se nos dice sobre la vida de Ireneo en la documentación que ha llegado hasta nosotros. Recién aparece de nuevo en Lyon, al final de la persecución de Marco Aurelio (177). Puede ser que antes haya estado en Roma, tal vez por bastante tiempo. Es hacia el año 177 cuando las iglesias de Lyon y Vienne (Francia) le encargan llevar una carta al papa Eleuterio en Roma (174-189?). Es una epístola que se refiere a los mártires de esas Iglesias. Al regreso a Lyon sucede a Fotino (o Potino) en la sede episcopal, y no la abandonará hasta su muerte. En este período se ubican sus escritos más notables. Una carta suya al papa Víctor (189-198/99?) es el último testimonio de Ireneo en la historia. La carta debe datarse a mediados del pontificado de Víctor. Por tanto, la actividad de Ireneo en la sede de Lyon se desarrolló entre los años 178-195.