Inicio » Content » DOMINGO 18º DURANTE EL AÑO. Ciclo "B"
Nota imagen: 

Cristo instituye la Eucaristía.

Los Israelitas reciben el maná en el desierto

Hacia 1465

Brujas, Bélgica

 

“Ocurre con frecuencia que las madres confían a nodrizas extrañas los hijos que acaban de dar a luz. Cristo no obra así, Él nos alimenta con su propia sangre, nos une completamente a sí. Pero me dirás, no ha podido hacerlo con todos. Sí, verdaderamente con todos. Porque si vino a tomar nuestra naturaleza, fue evidentemente para todos nosotros, y si fue para todos, fue también para cada uno en particular... Cristo se une a cada uno de los creyentes por medio de los divinos misterios. A los que dio la vida, los alimenta por sí mismo y no se desentiende en otro; así, termina convenciéndote de que verdaderamente asume tu propia carne.

No seamos, por tanto, indiferentes los que hemos sido favorecidos con tal amor y tan extraordinario honor. ¿No se han fijado nunca con qué ansias los niños se apoderan del seno de su madre y con qué avidez aplican a él sus labios? Acerquémonos nosotros con el mismo ardor a esta mesa santa, a esta fuente de donde brota una bebida espiritual; con más fuerza todavía que los niños, atraigamos la gracia del Espíritu. Que nuestra única pena sea vernos privados de este alimento divino”[1].

 

 


[1] San Juan Crisóstomo, Homilía 82 sobre San Mateo, 5; PG 58, 743-744 (trad. en: Lecturas cristianas para nuestro tiempo, Madrid, Editorial Apostolado de la Prensa, 1974, E 16). San Juan Crisóstomo (nació hacia 344-354), afamado rétor y fino exegeta, primero asceta y monje; luego, diácono y presbítero en Antioquía; después obispo de Constantinopla (año 398). Aquí su seriedad de reformador y también su falta de tacto le llevaron a serios conflictos con obispos y con la corte imperial. Depuesto y desterrado, sus tribulaciones y muerte (14.09.407) en el exilio fueron una dolorosa prueba martirial para él y para el sector de la comunidad eclesial que se le mantuvo fiel. Su afamada elocuencia le valió el título de “Crisóstomo”, es decir: “Boca de Oro”, que le fue dado en el siglo VI.