Inicio » Content » APÉNDICE IV: “ESTO MIHI”

Anónimo, escudo pectoral de monja con tema de la coronación de la Inmaculada Concepción por la Trinidad isomorfa con san José y el Niño, san Joaquín, santa Ana y santa Gertrudis Magna; convento novohispano no identificado, óleo sobre lámina de cobre, armazón de carey, 18,5 cms. de diámetro, siglo XVIII, colección: Museo Soumaya.

 

por Pierre DOYÈRE, OSB †[1]

En la Edad Media se encuentran diversos usos[2] que imponen o aconsejan al clérigo un período preliminar de abstinencia ante la proximidad de la cuaresma. Así, comenzando la cuaresma el miércoles de ceniza, esta penitencia suplementaria cubre, con bastante frecuencia en el siglo XIII, la semana que va desde el jueves antes de Quincuagésima hasta el miércoles de ceniza; de ahí el nombre de Esto mihi[3], con que a veces se la llama. La intención de dicha penitencia es la reparación por los desórdenes a los cuales dan lugar en el mundo los días del carnaval[4].

En Helfta no es del todo seguro que haya estado en vigor un uso semejante; pero es dentro de este clima que se debe ubicar, por ejemplo, lo que se dice sobre el jueves anterior a la quincuagésima semana (L IV, 14), y a las gracias relativas a Esto mihi, de las cuales se trata en el Heraldo (L II, 8, 14, 23; IV, 15) y en Libro de la Gracia Especial I, 13).

Para este último texto melchtidiano, la gracia de Esto mihi es una invitación especial a subir el monte de la santa cuaresma por una práctica más atenta de las siete virtudes: humildad, misericordia, amor, obediencia, pobreza, castidad, alegría espiritual. No hay ninguna referencia precisa a una disposición reparadora por el carnaval.

Esta perspectiva, por el contrario, es muy neta en santa Gertrudis. Tal vez los dos capítulos 8 y 14 del Libro II se refieran a dos domingos de quincuagésima distintos. El primero marcado por un don excepcional de unión, el segundo, por una atención de reparación por las ofensas del carnaval. El capítulo 23 parece tener relación con el relato del capítulo 8. Pero en el Libro IV,15, los dos recuerdos están relacionados de tal manera, que se puede pensar que ha habido un lazo estrecho entre las dos gracias recibidas: la de la unión excepcional y la de una reparación por el carnaval, “en estos días en los cuales la gente del mundo se vuelca hacia el pecado con más insolencia”. Por el contrario, ella desea un don singular del Señor para poder prestarle en estos mismos días un testimonio más atento. El Señor le pide una mayor paciencia ante las pruebas y contrariedades, en unión con los sufrimientos de su Pasión, y una vigilancia sobre sus sentidos exteriores.

 


[1] Dom Pierre Doyère, osb, monje de San Pablo de Wisques, fue el impulsor de la revisión y fijación del texto latino de las obras completas de santa Gertrudis y su principal traductor al francés. Murió el 18 de marzo de 1966, durante la preparación de la edición crítica de los libros I a III del Legatus Divinae Pietatis; dos discípulos suyos continuaron la tarea y la obra fue publicada en 1968 por Sources chrétiennes (Gertrude D’Helfta, Œuvres Spirituelles II, L’Héraut [Livres I-II] SCh N° 139 y Œuvres Spirituelles III, L’Héraut [Livre III] SCh N° 143 – Paris, Les Éditions du Cerf, 1968). La fijación del texto de los libros IV y V del Legatus es obra de Jean-Marie Clément, monje benedictino de Steenbrugge, y la traducción al francés, de las monjas de Wisques.

[2] Continuamos con la publicación de 8 estudios particulares de Dom Pierre Doyère sobre puntos específicos de la doctrina del Heraldo del Amor Divino, consignados como Apéndices al tomo III de la edición. Cfr. Gertrude D’Helfta, Œuvres Spirituelles III, L’Héraut (Livre III,) Sources chrétiennes N° 143 – Paris, Les Éditions du Cerf, 1968, pp. 349-368. Tradujo la Hna. Ana Laura Forastieri, ocso, del Monasterio de la Madre de Cristo, Hinojo, Argentina.

[3] N. de T: “Sé para mí”, con estas palabras del salmo 30 en latín comienza el introito (antífona de entrada) de la misa del domingo de quincuagésima:  “Sé para mí, oh Dios, una roca protectora, un lugar de refugio, para salvarme; porque Tú eres mi roca y mi baluarte; por tu Nombre guíame, protégeme (Sal 30 [31],3-4) * Oh Señor, en Ti tengo puesta mi esperanza: no quede yo para siempre confundido: sálvame, pues eres justo, y líbrame (Sal 30 [31],2). Gloria al Padre. * Sé para mí…”.

[4] Cfr. Diccionarios (en latín-francés: Du Cange: carniprivium; Niermeyer: carnisprivium).