Inicio » Cuadmon » Cuadernos Monásticos Nº 7

Editorial

En varios números consecutivos de esta revista se publicarán algunos estudios sobre el tema de la Comunidad y de la vida comunitaria. No es necesario poner de manifiesto el interés que revisten estos trabajos para nuestras comunidades monásticas y religiosas en general e incluso para toda comunidad cristiana, que, si bien posee matices y características diversas, se edifica en definitiva sobre las mismas bases doctrinales y sobre el mismo y único Evangelio de Cristo.

La palabra “comunidad” es una de las que están hoy “de moda” y su uso es de una frecuencia tal en los escritos de actualidad que no puede dejar de llamar la atención. Desgraciadamente esto mismo puede resultar un factor que oculte su verdadero contenido, su riqueza humana y cristiana, su fuerza dinámica, y también un factor de desviación hacia una seudo-comunidad.

Muchos teólogos hablan hoy de la muerte de Dios o de la tumba de Dios, en el sentido de que el Dios que nos revelan las estructuras eclesiales y las categorías filosófico-teológicas actuales, ya no es significativo para el hombre de hoy y más bien parecerían ocultar el verdadero rostro de Dios. Lo mismo cabe decir del auténtico rostro de la Iglesia de Cristo .

Sea lo que fuere del enfoque de estos teólogos, podríamos por nuestra parte preguntarnos si es realmente exagerado hablar también de la tumba de la vida comunitaria cuando reflexionamos sobre nuestras comunidades religiosas actuales. Una tumba en donde puede yacer muerto el auténtico espíritu comunitario, tajo la piedra sepulcral de un conjunto de estructuras y de una organización perfecta y bajo la loza inerte de una “observancia estricta”. No cabe duda que es exagerado afirmarlo de una manera absoluta.

Pero no es menos cierto que una verdadera vida comunitaria nos exige una reflexión continua, un volver incesante a aquello de los Hechos de los Apóstoles: tenían un solo corazón y una sola alma y todo lo tenían en común. Esta comunidad de amor es la base y la definición de la comunidad cristiana y no tanto el perseguir una finalidad concreta y común, como puede serlo en algunas sociedades civiles. Si nuestro esfuerzo por renovar el espíritu comunitario no se deja guiar por esta luz del amor cristiano, corremos el peligro de equivocar el camino.

Felizmente ya hemos entrado en esta ruta del Evangelio y ya podemos ver numerosas realizaciones en donde la comunidad tiene por base el amor y no las estructuras.

Es nuestro deseo que estos estudios sean una ayuda más para iluminar este camino y para comprender cada vez más profundamente la comunidad evangélica.

La Dirección

SUMARIO

Editorial

I. Hausherr, “Les Leçons d’un contemplatif”

Libro

Guillermo de Saint Thierry, “Carta de Oro”

Libro